Al menos 70 personas murieron este viernes en un atentado perpetrado por un kamikaze con un coche bomba en un partido de voleibol en el noroeste de Pakistán, según un nuevo balance de la policía.

Este ataque es uno de los más sangrientos de las últimas semanas en Pakistán, país en donde desde hace dos años y medio una ola de atentados dejó más de 2.800 muertos.

El distrito de Bannu es vecino de Waziristán del Sur, una zona tribal fronteriza con Afganistán en donde el ejército paquistaní combate actualmente a los talibanes aliados a Al Qaida, que en represalia cometen numerosos ataques suicidas.

“Los habitantes del pueblo estaban viendo un partido entre dos equipos de esta localidad cuando el kamikaze llegó manejando un vehículo todoterreno que precipitó sobre ellos e hizo estallar”, relató el jefe de la policía del distrito, Mohamad Ayub Jan. Unas 200 personas asistían a la contienda, según la policía.

“El atentado dejó al menos 70 muertos y más de un centenar de heridos y el balance podría aumentar”, declaró el jefe de policía del distrito, Mohammad Ayoub Khan. El balance anterior era de más de 60 muertos y más de 100 heridos.

Una reunión del comité local antitalibán se desarrollaba en la mezquita situada justo al lado del terreno de voleibol, cuando se produjo el ataque, indicó Mushtaq Marwat, miembro de ese “comité de paz”, al canal de televisión local Geo.

Varias víctimas, entre ellas mujeres y niños, fueron extraídas debajo de los escombros de una veintena de negocios y viviendas que se derrumbaron, indicó Jan señalando la impotencia de las autoridades del pueblo para enfrentar una tragedia como esta.

“La clínica local no tiene siquiera un doctor. Los habitantes del pueblo tienen que subir a las víctimas a sus propios vehículos y llevarlas al hospital de la ciudad Lakki Marwat” a 30 km de distancia, agregó.

Jan y otros responsables policiales acusaron a los rebeldes talibanes de haber perpetrado este atentado.

“Recibimos amenazas de Miranshah”, principal ciudad de Waziristán del Norte, uno de los principales feudos de los talibanes, afirmó Mushtaq Marwat.

La policía y el ejército lanzaron el año pasado una operación contra los talibanes en Bannu y declararon al distrito unos meses después totalmente seguro.

El primer ministro, Yusuf Raza Gilani, condenó el ataque afirmando en una comunicado que “tales actos terroristas no pueden debilitar la resolución del gobierno a combatir la amenaza terrorista hasta que sea totalmente eliminada”.

La ola de atentados que sacude a Pakistán desde hace unos dos años y medio se aceleró desde octubre, cuando el ejército lanzó una ofensiva terrestre contra los talibanes en Waziristán del Sur, bastión del Movimiento de los Talibanes Paquistaníes (TPP) que juró fidelidad a Al Qaida.

El TPP y sus aliados, que denuncian el alineamiento de Pakistán con Estados Unidos en la “guerra contra el terrorismo” en la región, son considerados los principales autores de estos atentados.

Las zonas tribales fronterizas de Afganistán son consideradas como un santuario para los talibanes y Al Qaida. Washington presiona a Islamabad para que ponga fin a la rebelión islamista.