Las elecciones generales se celebran este domingo en Bolivia, donde el presidente Evo Morales está seguro de ser reelegido, pero su reto será lograr una votación suficiente como para controlar totalmente el Congreso y poder gobernar sin tener que negociar con la oposición.
Morales, un indígena de tendencia socialista aliado del presidente venezolano Hugo Chávez, acapara una intención de voto del 55% en los sondeos, frente al 18% del ex militar derechista Manfred Reyes Villa y el 10% del empresario centrista Samuel Doria Medina, sus principales rivales.
El presidente aseguraría la reelección si alcanza el 50% de los votos o en su defecto más de 40% y una diferencia de más de 10% sobre su más inmediato seguidor.
En esta jornada los bolivianos elegirán también a 36 senadores y 130 diputados que formarán parte de la futura Asamblea Legislativa Plurinacional, que reemplazará al actual Congreso.
A falta de suspenso en la presidencial, la clave de esta elección será saber si el presidente logrará los 2/3 de congresistas en el Senado, lo que le daría un control político absoluto.
Morales, que inició su presidencia en 2006, convivió con un Senado de mayoría opositora y eso generó problemas de gobernabilidad de los que dijo sentirse “cansado”. De allí su afán por lograr un control total del poder para poder hacer cambios a la Constitución y eventualmente plantear una nueva reelección.
Las mesas de votación se abrirán a las 08:00 horas (09:00 horas en Chile). Unos 55.000 policías y militares estarán encargados de dar seguridad a la jornada electoral.
Después de casi 3 años de convulsión -de enero 2006 a fines de 2008- Bolivia llega a las elecciones tras un año de calma política marcada por la hegemonía de Morales y su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), que busca en estos comicios aumentar su poder.
Si en los años pasados se habló en todo momento de un país partido en dos debido a la férrea resistencia de cuatro de los nueve departamentos del país, encabezados por el rico Santa Cruz, el mandatario ha logrado hacer penetrar allí su mensaje.
Aún así los sondeos dicen que sería derrotado en tres departamentos, con lo cual su fuerza todavía se sigue manteniendo en la zona andina, con mayor población indígena y donde hay más pobreza.
Con un discurso nacionalista, en sus primeros cuatro años de gobierno el presidente dotó al país de una Constitución de corte indigenista, nacionalizó los hidrocarburos y otorgó bonos a niños, ancianos y madres gestantes, además de dar una estabilidad económica al país que ha sido elogiada por el FMI y el BID.
Pero no ha logrado torcerle la mano al desempleo (11%, según datos independientes), en el gas la caída de las inversiones extranjeras preocupa y hay una creciente producción de coca que alimenta masivamente el narcotráfico, según destacan sus adversarios, quienes también lo acusan de autoritarismo.
Estos sin embargo le reconocen que con su abrumador triunfo electoral de 2006 -luego confirmado en un referendo- puso fin a un período de inestabilidad política en el que cinco mandatarios se sucedieron en la presidencia de Bolivia en cinco años.
Pero preocupa que en su búsqueda del poder total el presidente y su entorno han recurrido al insulto y directamente al “amedrentamiento y la persecución”, como denunció recientemente un diputado opositor.
Prueba de eso es que Morales el martes pasado en una conferencia de prensa prometió que cambiaría las leyes para llevar a la cárcel a Reyes Villa, segundo en la contienda, quien es investigado por malos manejos administrativos.
No es detalle menor que la fórmula presidencial de Reyes Villa, Leopoldo Fernández, está en la cárcel desde hace un año por la muerte en septiembre de 2008 de una docena de activistas oficialistas, lo que ha sido calificado por el afectado como un “secuestro político”.