Casi un tercio de los 350.000 trabajadores de la industria electrónica de Malasia -un importante proveedor de las grandes marcas mundiales- sufren condiciones laborales similares a la “esclavitud moderna”, afirma un informe publicado este miércoles por la ONG Verite basada en Estados Unidos.

Al menos el 28 por ciento de los trabajadores de las fábricas de productos electrónicos de Malasia – en particular los inmigrantes de países vecinos- están atrapados en una espiral de servidumbre por contrato.

El estudio, realizado en base a entrevistas con 501 trabajadores del sector en todo el país, fue encargado por el gobierno de Estados Unidos, que dispone de una legislación para prohibir la importación de productos fabricados con mano de obra forzada, señaló Verite.

“Estos resultados sugieren que el trabajo forzoso está presente en la industria electrónica de Malasia” y “de hecho puede ser caracterizado como generalizado”, indica Verite.

La industria electrónica es una pieza clave de la economía de Malasia.

Provee en semiconductores, periféricos informáticos, equipos de comunicaciones y otros productos a marcas mundiales como Apple, Samsung, y Sony.

Pero el éxito del sector se basa en parte en la explotación de los trabajadores extranjeros, pobres y vulnerables provenientes de Indonesia, Nepal, India, Vietnam, Bangladesh y Birmania, indica el informe Verite.

Uno de los factores claves de esa explotación es el pago de tasas de contratación pagadas por los trabajadores, para lo cual deben endeudarse.

Los honorarios cobrados, tanto en los países de origen de los trabajadores como en Malasia, “a menudo exceden los estándares legales e industriales equivalentes a un mes de salario”, dice el informe.

Los trabajadores denuncian también engaños con relación a las condiciones de trabajo y presiones para trabajar horas extras.

El 38% de los trabajadores extranjeros interrogados denunciaron que son obligados a dormir en habitaciones pequeñas, donde se hacinan hasta ocho personas, y que se les restringe la libertad de movimiento a través de la incautación del pasaporte.

“Quedarse con nuestros pasaportes es, ni más ni menos, la esclavitud moderna”, afirmó un obrero birmano, según el informe.

Funcionarios gubernamentales y directivos de las principales empresas no reaccionaron por el momento.