Sylvia Bloom-Margolies tenía 27 años cuando comenzó a trabajar en la conocida firma de abogados Cleary Gottlieb Steen & Hamilton. En ese entonces, era 1947 y el bufete se había creado sólo hace algunos meses y la mujer había llegado al puesto de secretaria como una trabajadora más que creía en el potencial de la incipiente empresa.

Con el tiempo Bloom se convirtió en la mano derecha de grandes empresarios y abogados, manejando con completo conocimiento las ganancias e inversiones que los miembros de la firma realizaban diariamente desde la creciente oficina de Nueva York (Estados Unidos).

Este trabajo se convirtió en la ocupación de por vida de la mujer, quien pasó los últimos 67 años trabajando para ellos hasta su muerte en 2016. En el momento de su deceso, la empresa ya sumaba más de 1.200 abogados.

Sin embargo, Sylvia no quería ser recordada sólo por su fiel desempeño con el bufete de abogados. Tal como reveló esta semana el periódico The New York Times, la mujer de 96 años tenía un enorme secreto que ni su familia ni cercanos sabían.

Una fortuna silenciosa

La mujer vivía en un departamento modesto en Brookyln, el cual mantuvo junto a su esposo, un bombero llamado Raymond Margolies, hasta su muerte en 2002 (nunca tuvieron hijos). A pesar de ello, Sylvia Bloom (quien no cambió su apellido por su matrimonio) demostró que podía valerse por sí misma y continuó viviendo de forma independiente.

Con su estilo de vida tan recatado y sencillo, nadie pensó que la mujer era en realidad toda una millonaria. Los años trabajando en la firma de abogado le ayudaron a encontrar una efectiva estratega para ganar dinero. Durante las más de seis décadas que trabajo allí, ella observaba con astucia las inversiones hechas por los abogados a quienes les administraba sus cuentas.

Sylvia Bloom | The New York Times
Sylvia Bloom | The New York Times

“Ella llevaba la vida económica de sus jefes, incluidas sus inversiones personales”, dijo su sobrina, Jane Lockshin, al diario neoyorkino. “Entonces, cuando el jefe compraba una acción, ella le hacía la compra y luego compraba las mismas acciones para ella, pero en una cantidad menor porque tenía el salario de una secretaria”, detalló.

De esta forma, la secretaria logró juntar más de 8 millones de dólares (5 mil millones de pesos chilenos), los que guardaba secretamente en una cuenta. Ninguna persona de su círculo supo de este dinero hasta ahora.

Estos últimos días, la organización benéfica del barrio de Nueva York Lower East Side, Henry Street, recibió una enorme donación a nombre de una señora fallecida.

Lockshin, quien se desempeña como tesorera de la fundación, contó que llamó David Garza, director ejecutivo del lugar, y le dijo: “espero que estés sentado antes de contarte esto”. Sylvia destinó cerca de 4 mil millones de pesos (chilenos) a la organización para que estos pudiesen destinarlos a becas universitarias.

Garza confesó que, en sus 125 años de historia, jamás una persona -de forma individual- había regalado una cifra de esa magnitud. El resto del dinero (mil millones) lo dejó repartido entre familiares y amigos; sin embargo, fue enfática al destacar que gran parte del dinero debía ser destinado a becas para estudiantes necesitados.

Sylvia Bloom | The New York Times
Sylvia Bloom | The New York Times

“Estábamos todos boquiabiertos, impresionados”, recordó Garza, quien dijo que el dinero sería usado en el Programa de Éxito Universitario “Expanded Horizons”, que ayuda a los estudiantes desfavorecidos a prepararse para la universidad y completarla. El regalo, hecho en febrero, fue revelado públicamente la semana pasada.

Su sobrina explicó que quizás esta caridad de Sylvia nació tras el enorme esfuerzo que debió hacer ella para estudiar. La mujer era hija de inmigrantes europeos y creció en barrios pobres durante la Gran Depresión. Se educó en colegios públicos y luego estudió secretariado en horario vespertino: durante todo su tiempo de estudios la mujer trabajaba para pagar su educación.

“La tía Sylvia, que obtuvo su título universitario en la escuela nocturna, siempre valoraba la educación y quería que su fortuna beneficiara a las personas con oportunidades educativas limitadas”, dijo.

Estudiantes del Programa Expanded Horizons College Success de Henry Street
Estudiantes del Programa Expanded Horizons College Success de Henry Street

“Me di cuenta de que tenía millones y que nunca había mencionado una palabra”, recordó Lockshin. “Era un asunto que tenía que ver sólo con ella. Es muy posible que ni su marido se haya enterado de la fortuna”, aseveró.

En el sitio web de la fundación detallan que crearon el “Fondo de Becas Bloom-Margolies”, en memoria de Sylvia. “Los fondos proporcionarán apoyo anualmente, y para siempre. Miles de jóvenes adultos de bajos ingresos recibirán el apoyo vital que necesitan para tener éxito en la universidad, y en sus vidas, gracias a este regalo generoso y transformador”, expresó el director.

“Sylvia Bloom estaría encantada de saber que su legado está en las manos y en el corazón de Henry Street, donde su regalo permitirá a nuestros estudiantes alcanzar su sueño de una educación universitaria”, finalizó.