Varios investigadores internacionales pudieron entrar finalmente este sábado en la ciudad siria de Duma y tomar muestras, dos semanas después de un presunto ataque químico que motivó una ofensiva militar de Occidente contra el régimen sirio.

El presunto ataque con gas tóxico el 7 de abril, que dejó al menos 40 muertos en Duma según los socorristas, provocó unos tensos enfrentamientos diplomáticos entre las grandes potencias, con Washington y Moscú a la cabeza.

El régimen sirio, que llevaba a cabo una mortífera campaña militar para recuperar esta ciudad de manos de los rebeldes pero niega haber recurrido a las armas químicas, había solicitado una investigación de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).

Pero desde su llegada hace una semana a Damasco, los expertos de esta organización no habían podido trasladarse a Duma, exbastión rebelde a las puertas de la capital.

Rusia, aliado indefectible del régimen de Bashar al Asad, aludió a motivos de seguridad. Por su parte, los occidentales acusaron a Moscú y a Damasco de obstaculizar las investigaciones para hacer desaparecer las pruebas, lo que el Kremlin rechaza de manera tajante y considera acusaciones “sin fundamento”.

La OPAQ anunció finalmente este sábado que sus investigadores pudieron “tomar muestras” en Duma. Desde su sede en La Haya, el organismo indicó que “van a evaluar la situación y decidir los próximos pasos, incluso la posibilidad de otra visita a Duma”.

La organización tiene el mandato de determinar si se recurrió a las armas químicas, pero no el de identificar a los autores.

“Las muestras que se sacaron serán enviadas al laboratorio de la OPAQ en Rijswijk (en las afueras de La Haya), antes de ser distribuidas en varios laboratorios en el mundo certificados por la organización”, explicó este organismo encargado de asegurar la destrucción de las armas químicas y evitar cualquier forma de su desarrollo.

Ardua tarea

El ataque con “gas tóxico” en Duma, atribuido a las fuerzas gubernamentales sirias por parte de los occidentales, llevó a Estados Unidos, Francia y Reino Unido a realizar unos bombardeos coordinados la semana pasada contra instalaciones del poder sirio.

Estos ataques contra el régimen fueron de una extensión inédita desde el inicio de la guerra en Siria, en 2011.

Dos semanas después del presunto ataque, la tarea que deben abordar los investigadores se presenta ardua.

Tendrán que recopilar “muestras químicas, medioambientales y biomédicas”, interrogar a víctimas, testigos, personal médico e incluso pueden participar en autopsias, explicó la OPAQ. También buscarán pruebas que muestren si el sitio fue alterado, según expertos.

“Las muestras de autopsias, si están disponibles, pueden proporcionar pruebas de un valor incalculable, ya que pueden hallarse agentes neurotóxicos en muchos órganos”, aseguró a la AFP Alastair Hay, profesor de toxicología medioambiental en la Universidad de Leeds.

Las primeras acusaciones hablaban del uso de cloro, e incluso de gas sarín, un agente neurotóxico más potente.

Los expertos buscarán “formas degradadas” de este gas. Aunque es difícil detectar cloro pasado un cierto periodo de tiempo, los restos de sarín pueden encontrarse durante semanas.

Las muestras se analizarán en laboratorios especializados y los resultados podrían estar disponibles en dos semanas, según los expertos.