Quebrados en llanto o en silencio, cientos de miles de cubanos desfilaban el lunes por la Plaza de la Revolución, la tribuna amada de Fidel Castro desde donde retó muchas veces a Estados Unidos, para rendir homenaje póstumo a su líder.

Los cubanos esperaban poder rendir tributo a las cenizas del hombre que gobernó sin concesiones durante 48 años, antes de que una enfermedad lo obligara a ceder el poder en 2006 a su hermano Raúl.

“Vengo con toda mi familia al mismo lugar que vine de niño a escucharlo muchas veces y traigo a mis hijos que algún día comprenderán y sabrán que estuvieron aquí a rendirle homenaje a su comandante”, dijo Amílcar Ramos, de 33 años.

Este trabajador de una firma extranjera llegó con sus pequeños de 7 y 3 años. Junto a él había médicos, militares y gente del común.

El homenaje en la Plaza de la Revolución se extenderá hasta el martes. Al día siguiente iniciará una procesión que recorrerá 13 de las 15 provincias, y que concluirá el domingo en Santiago de Cuba, donde se espera sean depositadas las cenizas en el cementerio Santa Ifigenia tras un recorrido de unos 1.000 km.

La multitud acongojada debió conformarse con desfilar frente a un altar de flores blancas con una retrato a escala humana de un Fidel con barba negra, fusil al hombro y mochila de guerrillero.

“No sabía que no iban a estar las cenizas pero no me importa, lo importante es estar aquí”, expresó Adrián Hernández Montero, un profesor de educación física de 23 años.

La diezmada disidencia suspendió cualquier acto de repudio contra el dirigente por respeto al duelo nacional, mientras el exilio en Miami sigue festejando la muerte de Castro.

Daniel Martínez, un cocinero de 33 años, no es opositor pero tampoco planea ir la Plaza de la Revolución. “No tengo nada contra Fidel en lo personal, pero no soy castrista (…). No me gusta este sistema ni con Fidel ni con Raúl, porque aquí nada cambia”, expresó.

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