El Senado de Brasil realizó el martes, el último debate que precederá la votación final donde se decidirá, si Dilma Rousseff continúa siendo la presidenta o si es destituida. Una sesión que se extendió hasta aproximadamente las 03:00 horas del miércoles

Mientras, desde este miércoles se retomará la sesión con las últimas intervenciones de la parte acusadora y la defensa, a partir de las 11:00 horas y después se hará la votación, que a estas alturas parece sólo un trámite, pues salvo un milagro, Dilma debería ser destituida.

Para que Rousseff sea apartada de forma permanente de la presidencia, se necesita que al menos 54 de los 81 senadores aprueba el impeachment en su contra, de acuerdo a las estimaciones de la oposición, al menos 60 legisladores votarían para que sea destituida.

La presidenta es acusada de adulterar las cuentas fiscales durante 2015 (también de 2014, pero esas no entran en el actual proceso por corresponder a su periodo anterior) y de liberar recursos sin la aprobación del Congreso.

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La defensa de la mandataria ha señalado que las prácticas que se la acusan no transgreden la constitución y que fueron realizadas por los ex presidentes y a ninguno se le cuestionó, calificando el proceso como un “golpe de Estado” encubierto.

Si Rousseff es destituida, su ex aliado y que asumió como vicepresidente junto a ella, Michel Temer, recibirá el mando de Brasil hasta fines de 2018, cuando acababa el segundo periodo de la ex guerrillera.

Caldeado debate

Entre lágrimas, gritos y referencias a Dios, el Senado brasileño se adentró en el debate final antes de decidir este miércoles si destituye a Dilma Rousseff, un desenlace que todos ya dan por sentado en Brasil.

El impeachment es un remedio constitucional al que necesitamos recurrir cuando la situación se revela especialmente grave“, señaló la abogada de la acusación, Janaina Paschoal.

“Fue Dios quien hizo que, en el mismo momento, varias personas percibieran lo que sucedía en el país”, añadió esta abogada en sus argumentos para probar que la primera mujer en presidir Brasil violó la Constitución al manipular las cuentas públicas y que por eso debe dejar la presidencia.

Pero el abogado defensor de la presidenta, el exministro José Eduardo Cardozo, destacó que una destitución de Dilma Rousseff, sería “una pena de muerte política”.

Tan dramático ha sido este juicio en Brasil, que durante las sesiones de este martes, tanto el abogado de defensa como de la acusación, lloraron.

“Canallas, canallas, canallas”, disparó el senador Roberto Requião, del PMDB y defensor de Dilma Rousseff, haciendo referencia al golpe de Estado contra Joan Goulart en 1964.

Combativa, serena y por momentos sonriente, la presidenta brasileña se defendió la víspera durante más de 14 horas, en una sesión histórica en la que que reiteró su inocencia y afirmó ser víctima de un “golpe” para reemplazarla hasta fines de 2018.

“No acepten un golpe que en vez de solucionar, agravará la crisis brasileña”, pidió Rousseff al pleno de 81 senadores, convertidos en una especie de Gran Jurado.

“Pido que voten contra el impeachment”, exhortó durante la sesión que sacó a la luz todos los problemas que afectan a la sociedad brasileña: una crisis económica galopante y una corrupción endémica.

Tras los alegatos de la acusación y la defensa, debaten los senadores en una sesión que promete durar horas. Una vez finalizadas las deliberaciones, los senadores decidirán este miércoles si Dilma Rousseff es condenada.