El príncipe William y su esposa, Kate, se convirtieron en padres en julio de 2013 con el nacimiento de su hijo George, mientras que en mayo de 2015 recibieron a Charlotte.

Desde entonces se les ha visto muy feliz a ambos junto a sus pequeños, disfrutando en cada evento y acto oficial en el que participan.

Sin embargo un detalle ha llamado profundamente la atención de los reporteros que acostumbran a seguir las novedades de la realeza británica. Y es que cada vez que William habla con su pequeño hijo, se agacha.

Este gesto ha quedado en evidencia en numerosas ocasiones aunque probablemente la más llamativa se registró durante un desfile aéreo de las Fuerzas Armadas (RAF) desarrollado con motivo del 90 cumpleaños de la Reina Elizabeth II.

Mientras William conversaba tranquilamente -agachado- con su hijo, la reina le llamó la atención a su nieto como si fuera un niño pequeño. Tras golpear su hombro, le dijo: “William, levante”. Acto seguido, el príncipe le hizo caso y asumió una postura formal.

Según indica un artículo del periódico español El País, la razón por la que el príncipe acostumbra a agacharse cuando intercambia palabras con el pequeño George es porque de esta manera queda a la misma altura del niño: así pueden hablar directamente, mirándose a los ojos.

Se trata de un método de crianza llamado Escucha Activa, el que pretende que los pequeños se sientan realmente escuchados, para lo cual el adulto evita dirigirse a ellos desde una posición superior.

Príncipe William y su hijo
El País

Este concepto está basado en los trabajos de los psicólogos estadounidenses Carl Rogers y Richard E. Farson realizados en 1957, cuyos resultados han sido resumidos por Kathryn Robertson a través de la frase: “More than just paying attention”, es decir, “Más que prestar atención”.

Lo que se busca es atender -en el más amplio sentido de la palabra- lo que la otra persona nos está contando. Isabel Fuster, psicóloga y psicoterapeuta de Madrid, sostiene que más que una técnica, la Escucha Activa es una postura ante la vida.

Príncipe William y su hijo
El País

“Entre adultos, esta comunicación parece más sencilla (aunque no siempre somos tan empáticos como debiéramos), pero al tratar con niños nos encontramos con la dificultad de que el pequeño no entiende el mundo de los mayores, cuyo principal medio de comunicación es el discurso hablado. Hasta aproximadamente los 12 años, se encuentra en un mundo sensorial y perceptivo diferente del nuestro”, explicó la experta.

Los expertos señalan que la prueba más evidente de que una persona está prestando atención a lo que dice el resto es el contacto visual, razón por la que los niños tienden a sentirse más cercanos a sus padres cuando éstos se agachan para conversar.