Como en casi todas las obras de autores estadounidenses, los diálogos de este texto de Roger Rueff (25) se caracterizan porque, además de entretenidos, tienen una estructura perfecta de clímax y desenlaces en cada escena.

Y porque en su dinámica de comedia con toques dramáticos presenta a la sociedad contemporánea que gira alrededor de lo que se compra y vende, a través de tres hombres a la caza de un inversionista.

En realidad, esta gestión de compraventa se propone como pretexto para hablar de principios e ideales éticos versus la capacidad y/o posibilidad del ser humano de trasgredir estos valores.

Más aún: cómo los negocios determinan el ejercicio de la ética en la sociedad, imponiéndose en aristas importantísimas como la política, tema vigente no sólo en nuestro país.

Punto de vista y matices

Algunos aspectos de la obra original (“Hospitality suite”, traducida por Andrea Pelegri) son subrayados de manera especial en “Un gran negocio” por la directora Natalia Grez (“Mercury, la leyenda”, “Cerati, nada personal”).

Con estos recursos o matices, construye un punto de vista y busca aproximar el relato a nuestro país por la vía de incluir opuestos en varios niveles.

Dos de los tres vendedores mayores muestran de manera explícita sus experiencias y frustraciones, en oposición a la conducta verbal del más joven, un tipo de aparencia inmaculada e implacable en la defensa de los valores cristianos y que recién se incorpora a este trabajo.

"Un gran negocio" | Juan Domingo Marinello y Eugenia Paz
“Un gran negocio” | Juan Domingo Marinello y Eugenia Paz

Uno de ellos manifiesta una ambición desenfrenada y un machismo a ultranza, subrayado en la versión nacional, al parecer para que no quede escondido el doblez habitual en la conducta humana, mientras que su amigo y socio entiende mejor el origen de la situación que viven y es más tolerante.

Natalia Grez, además, instala a los personajes en un hotel en el norte de Chile y agrega proyecciones con imágenes del desierto, para que el despejado silencio de la naturaleza se contraponga con los laberintos y maquinaciones sucias de los negocios, sobre todo cuando hay que salir de la bancarrota.

Al mismo tiempo, la música rockera de Juan Pablo Ortega se entrega con gran volumen, lo que acentúa el estado de alteración de los espíritus y distorsiones de la lucha ideológica.

La obra también aborda otro elemento interesante ya que dibuja estereotipos en cada personaje, pero también contradicciones internas que se muestran poco a poco, subrayando el lado intrigante de la obra.

Respecto del elenco se advierte un cierto desequilibrio, ya que la exuberancia controlada de Mateo Iribarren y la eficacia de Daniel Antivilo no encuentra una contraparte del mismo nivel en el actor Santiago Rodríguez, intérprete de la más compleja personalidad del vendedor joven.

En esta propuesta de Natalia Grez, tal vez la ambición, codicia y antiético de los negocios se habrían expresado mejor si los personajes hubiesen sido empresarios y no vendedores, meros instrumentos de la sociedad de mercado que buscan sobrevivir.

Teatro UC. Jorge Washington 26. Miércoles a sábado, 20.00 horas. Entrada general $ 8.000; adulto mayor $ 6.000; miércoles populares y estudiantes $ 4.000. Hasta el 23 de Septiembre.