Por estos días, una platinada Lily Allen promociona su último regreso discográfico, No Shame, el primer álbum tras cuatro años de silencio y un embarazo que la mantuvo alejada de la actividad musical.

De vuelta a las entrevistas, la cantante británica habló de un sinfín de temas con el portal norteamericano Vice: desde influencias artísticas hasta opiniones sobre feminismo y activismo alrededor del abuso y acoso sexual, pero fue justamente este último ítem el que generó más reacciones y críticas en su contra.

Consultada sobre las consecuencias del escándalo sexual que dejó al descubierto las prácticas del exproductor de Hollywood, Harvey Weinstein, la cantante puso en duda que la situación de riesgo haya disminuido entre las mujeres, y que las marchas al respecto gatillen algún “cambio social”.

“¿Ha cambiado algo? ¿A quién han detenido? ¿Quién ha ido a la cárcel? Si Harvey Weinstein hubiera sido acusado de asesinar a 52 personas, ya estaría en la cárcel”, se cuestionó Allen. Luego, agregó: “Pero no lo está. Tenemos que o ser honestos con lo que consideramos aceptable a un nivel humano, y castigarlo como tal, o parar”.

“Cuando la gente hablaba de #MeToo, yo lo que vi fue a muchos hombres diciendo: ‘yo no he hecho nada, yo no me comporto así’, cuando muchos hombres realmente sí se comportan de esa manera. Pero nadie ha hecho nada. ¿Sabes lo que digo? Nadie ha cambiado su comportamiento. No parece que se esté tomando tan en serio”, dijo.

Pero la británica no terminó ahí. En su característico tono ácido, el mismo que definió la carrera de su padre (el comediante galés Keith Allen), la artista comentó: “Nada está cambiando. Todo el mundo comenta: ‘esto me ha pasado, es horrible’. ¿Pero qué ocurre después? Están habiendo humillaciones públicas, en plan, ‘oh, te han puesto en evidencia en Twitter’. Eso no cambia nada de lo que ha pasado”, dijo.