El joven y laureado pianista israelí ofreció este martes un gran concierto para jóvenes estudiantes en el Teatro del Centro Cultural de Carabineros, en que lució su maestría de ejecutante en obras de Beethoven, Ravel y Chopin.

Ishay Shaer ha actuado en numerosos conciertos en todo el mundo, como el Queen Elizabeth Hall y la Purcell Room, Reino Unido; Varsovia Philharmonic Hall, Polonia; de Singel Amberes, Bélgica, además de giras por Asía y América. Además ha ganado dos premios nacionales e internacionales

En esta ocasión, Shaer fue repetidamente ovacionado, al exhibir su talento, precisión técnica y digitación, para composiciones tan disímiles, como la Sonata en mi menor, opus 31, número 2, “La Tempestad”, de Ludwig van Beethoven; “Gaspard de la Nuit”, suite con tres obras para piano de Maurice Ravel y 24 Preludios, opus 28, de Frédéric Chopin. Shaer mostró gran concentración y versatilidad frente al teclado y tras su brillante concierto, se despidió con un “encore” de jazz, que entusiasmó en gran medida al publicó, en gran parte juvenil, que concurrió a la presentación.

Analizando la programación, debemos destacar inicialmente, la Sonata en mi menor de Ludwig van Beethoven, de una etapa en la vida del genio de la música alemana, en la cual empezó a ser presa de una creciente sordera y en la que el compositor revela la tendencia musical que lo llevaría a pasar del clasicismo al romanticismo. El torrente de ideas combinadas por Beethoven en esta sonata, lo llevaron a denominarla como “La tempestad”, en relación a la una de las obras maestras literarias de William Shakespeare. Shaer tuvo un magnífico comportamiento en los aspectos cambiantes de la composición, con diversos acordes diferentes en sus movimientos Largo Allegro, Adagio y Allegretto, que culminan con una coda, expresada a gran nivel por el pianista, en gran parte del tercer movimiento.

A continuación, en “Gaspard de la Nuit”, contribución de Ravel al repertorio virtuosista y suite con tres movimientos basados en cuentos medioevales, el solista ofreció su calidad de especialista múltiple, en su enfoque de los temas con el subtítulo “Tres poemas sobre Aloysius Bertrand”, en que se hace referencia a Gaspard de la Nuit, como el mismísimo demonio. El primer movimiento “Ondine”, es un retrato sonoro de la ninfa mítica del mismo nombre, una dulce y aterciopelada melodía, seguida de “Le Gibet”, una historia de horror que muy bien reflejó Shaer en una densidad de texturas sonoras, en que Ravel emula el sonido de campanas, para hacer más gráfica a la narrativa y la culminación con “Scarbo”, el movimiento final, de gran dificultad, pues refleja el horror que provoca un duende sobre las personas, reflejada por una música, con mucha variación de sonido de notas graves, con cambios de texturas y de volumen.

Como cierre del concierto, en los 24 Preludios de Chopin, Ishay Shaer ofreció una serie de obras pequeñas, en que demostró un oído fino y una capacidad musical para ir adecuándose a cambiantes ritmos breves, de diferentes emociones, ejecutadas con una precisión impresionante.