El cine universitario ha dado muchas sorpresas. Siete semanas, de Constanza Figari, es una de ellas, al presentar una historia profunda que, sin emitir juicios, hace muchas preguntas, abre flancos y amplía perspectivas.

El tema del (embarazo y posible) aborto es un tema complejo, en especial en un país donde está absolutamente prohibido (con condenas de cárcel), se practica en números desconocidos pero altos (cifras parten de los 13.500, pero muchos hablan de 50.000 y de mucho más al año, es decir entre 37 y 270 al día), se discute mucho y se escucha poco, y los argumentos dados se relacionan muchas veces con valores y posturas –muchos de ellos religiosos- que no permiten diálogo ni negociaciones.

Camila (Paulina Moreno), estudiante universitaria de danza, queda embarazada en momentos que quiere irse a vivir con su pareja, Simón (Camilo Carmona).

A partir de ese momento, veremos a través de Camila cómo su entorno y su propia pareja reaccionan y se transforman sin entender ni preocuparse realmente con lo que le pasa a ella.

“¡No me viste bien!”, le reclama Camila (de gran actuación) a Simón.

Esa falta de empatía de sus cercanos y del entorno de Camila es, en el fondo, el tema de 7 semanas. Lo que pone en el tapete es cómo la sociedad reacciona en forma condicionada culturalmente frente a la noticia de un embarazo sin preocuparse de la embarazada. Cómo, en definitiva, la reacción “cultural” frente al hecho del embarazo es más importante que Camila, en este caso.

“¿Me podís entender?”, pregunta Simón, en momentos donde nadie se ha preguntado realmente cómo está Camila y menos ha tratado de entenderla.

“No”, responde Camila, en un juego de espejos donde las preguntas y respuestas parecen intercambiadas.

7 semanas es una cinta poco pretenciosa que abre muchos temas. Una oportunidad de ver el punto de vista de la mujer embarazada.

7 semanas puede ser un gran material base para conversar y discutir varios temas, en especial en colegios y con jóvenes.