El tema de la contaminación ambiental en Santiago es de nunca acabar. La baja cantidad de lluvias en la última parte del otoño y en la primera del invierno hizo que la calidad del aire en la capital llegara a niveles históricos, registrándose incluso la primera emergencia ambiental en 16 años.

De hecho, este año se han registrado 53 episodios críticos por material particulado fino 2,5, el más dañino para la salud, lo que convierte a este invierno en el más contaminado en 11 años.

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Todo esto motivó un debate sobre si las medidas que existen actualmente para aminorar la contaminación son las suficientes y si es necesario reforzarlas. Por ejemplo, la Intendencia Metropolitana ha anunciado que la restricción vehicular será permanente para los autos con sello verde en el futuro y que incluso se prohibirá la calefacción a leña en toda la Región Metropolitana de forma gradual.

Lamentablemente la contaminación es un tema muy antiguo, por la ubicación en la que fue fundada la ciudad de Santiago. En el año 1916, el Consejo Superior de Higiene denunciaba en El Mercurio que “el aire de las ciudades es impuro y más aún [...] la superficie del suelo se carga de productos nocivos provenientes de las cloacas, del humo de las chimeneas, del desarrollo de vapores de las diferentes industrias. Además de estas alteraciones determinadas por los productos químicos, el aire contiene partículas de polvo de todas clases”, tal como consigna Memoria Chilena.

Varios años antes, en 1813, el mismo sitio web cuenta que preocupaba “la atmósfera que rodeaba la ciudad”, ya que “estaba cargada de un humo espeso y caliente que causaba notable variación en el temperamento“, esto por la quema de campos ubicados en las afueras de la ciudad.

Como la ubicación de Santiago a esta altura no se puede cambiar, se han propuesto distintas medidas para descontaminar la ciudad, algunas bien extremas que no dieron resultado o definitivamente nunca se concretaron.

Dinamitar cerros

El geógrafo físico Reinaldo Börgel contó en una entrevista a La Tercera que desde los años 50 se comenzó a analizar la posibilidad de dinamitar cerros para descontaminar la capital.

Börgel participó de estos estudios de factibilidad y dijo que la teoría se basaba “en los que habían hecho los chinos en la ciudad de Lanzhou, pero ese proyecto exitoso no lo pudieron repetir en otras ciudades. Por lo que siempre quedó duda de si rebajando el relieve se podía lograr una mejor ventilación de la ciudad”.

La propuesta pretendía bajar la cota de relieve en el sector de Angostura de Paine, específicamente del cerro Challay.

Cerro Challay | Rodreyes en Wikimedia Commons (CC)

Cerro Challay | Rodreyes en Wikimedia Commons (CC)

“Después se planteó la teoría de aprovechar los vientos del suroeste que entran a la cuenca de Santiago por el valle del río Maipo y continúan por el valle del río Mapocho en dirección a Farellones. Podría aprovecharse los vientos del suroeste para limpiar la cuenca de Santiago, pero eso significaba descabezar cerros”, declaró el experto al matutino.

También, contó Börgel, se propuso abrir Portezuelo, Alto de Lipangue y Chicauma en la cordillera de la Costa, las más grandes alturas del cordón que tienen promedios de altura de 2 mil metros, ya que “se descubrió que en algunas quebradas que bajaban en dirección a la parte norte de la cuenca se veía un flujo de niebla que podían traspasar las alturas y caer en dirección a Santiago. Entonces se pensó que habían masas de aire capaces de ventilar la cuenca, pero se calcularon los costos por tonelada métrica por material removido y las cifras eran inconmensurables”.

Si bien el proyecto era viable teóricamente, en términos financieros era imposible de realizar.

Cada cierto tiempo, sobre todo cuando la contaminación tiene a los santiaguinos hasta el cuello, la idea revive. De hecho, en el 2006, el entonces director del Instituto Geográfico Militar, Luis Alegría, resucitó la idea de volar el cerro Challay en entrevista con El Mostrador.

“A lo mejor en su momento eran ideas absolutamente alocadas, pero yo creo que resolver la situación de la contaminación en Santiago pasa por ideas descabelladas. La historia, el mundo se ha hecho con hombres que en su momentos fueron locos, con ideas descabelladas y después nos damos cuenta que a lo mejor no eran tan locas esas ideas”, dijo el militar en ese momento.

Pero para Borgel, hoy en el dinamitar el cerro Challay no tiene sentido. “Esa es una tesis ya totalmente fallecida, porque después de haber planteado la posibilidad de los vientos limpiaran las cuenca de Santiago, se comprobó que la cuenca de Rancagua estaba tan contaminada como la de Santiago”, indicó.

Según él, en la actualidad hay que pensar en un plan de regionalización para desocupar la Región Metropolitana y así bajar la contaminación capitalina.

Ciudad con ventiladores

La mala ventilación que tiene Santiago por su ubicación geográfica es una de las grandes razones de su nivel de contaminación, por lo que también en algún momento se pensó en ventilarla artificialmente.

Según una nota de la revista Qué Pasa citada en los archivos de Sofofa, en 1992 y en 1994 se planteó la idea de instalar grandes ventiladores con el fin de sacar ayudar a expulsar un poco del esmog.

El responsable de idea en 1994 fue Gamadiel Insulza, quien proponía que los ventiladores recogerían los gases que contaminaban la capital y los enviarían a unas fosas decantadoras.

Finalmente, la idea no prosperó.

Las ideas de Lavín

Por allá en el año 1994, cuando era alcalde de Las Condes y comenzaba a sobresalir como uno de los personajes más fuertes de la derecha, Joaquín Lavín propuso una idea para descontaminar Santiago muy en su estilo.

Quien fuera años más tarde candidato presidencial elaboró un plan para bombardear las nubes con la idea de reducir el esmog en la capital, tal como se consigna en la nota de Qué Pasa mencionada anteriormente.

Lavín invirtió $500 mil para bombardear hielo seco las nubes para hacer llover, pero la mayor parte del agua se evaporó antes de tocar tierra.

Dos años después, volvió a la carga con dos aviones dromedarios que dejaron caer unos 60 mil litros de agua pulverizada para crear lluvia artificial. Otra vez, las gotas se evaporaron antes de tocar el suelo.

Así lo muestra este extracto de Canal 13.

Según un documento de la Comisión Nacional de Riego, la siembra de nubes se realiza empleando yoduro de plata, la cual puede realizarse desde vía aérea, con un generador de yoduro de plata adosado a un avión; o de forma terrestre, instalando una red de generadores en la superficie.

Según la evidencia internacional, de esta forma es posible aumentar las precipitaciones en alrededor de un 10% a 15% obteniendo repercusión similar en los caudales de los ríos. Esto se utiliza principalmente en zonas afectadas por sequía, pero para la contaminación no sirvió.