Las veredas del centro de Concepción, con desniveles o forados, son un permanente riesgo de caídas, y en ocasiones con serias consecuencias. Para solucionar este problema el municipio, hace casi una década, comenzó a cambiar las baldosas por adocretos, que tienen menos deterioro.

Los adocretos sueltos, desnivelados o hundidos de calles O’Higgins entre Rengo y Caupolicán, entre Aníbal Pinto y Colo-Colo o entre Tucapel y Castellón significan que si usted pisa mal, corre el serio riesgo de caerse, lo cual sucede permanentemente.

Esta realidad se repite en el paseo peatonal de Barros Arana, pese a que durante meses se mejoró el estado de las aceras. Ahora están realizando reparaciones a lo que recién construyeron.

Y los vecinos o esquivan los hoyos o se caen.

David Flores, que instala los adocretos en el centro, explicó que primero se pone una base, luego arena compactada y después el adocreto, pero reconoció que con la lluvia, la base cede si es que no queda bien.

El mal estado de las veredas en Concepción es de larga data. Domingo Godoy, director de Construcciones del municipio, afirmó que por Decreto Municipal se dispuso cambiar las baldosas por dos razones: que las baldosas con anticipación se soltaban y que en la ciudad hay aproximadamente entre 450 y 500 intervenciones mensuales, principalmente de Essbio y en menor escala Gasco o Gas Sur.

Otro factor de análisis es que el metro cuadrado de adocreto cuesta 26 mil pesos y el de baldosas vale 34 mil. Y cuando son miles, los montos son significativos.