Desde su irrupción, la red social Instagram, da la posibilidad a cientos de chicas a dar rienda suelta a su pasión por la moda, subiendo fotografías de diversos looks, demostrando en muchas ocasiones su habilidad para combinar de manera extraordinaria diversas prendas de ropa, lo que a la larga les a otorgado el codiciado título de fashionistas.

Pero muchas veces en su afán de continuar con su “legado”, es que muchas de estas celebridades de Instagram, empujan a sus pequeños hijos a posar con atuendos perfectamente creados por ellas en cuentas que cautivan a cientos de seguidores.

Anteriormente conocimos casos como los de Alonso Mateo, un niño mexicano de apenas 5 años que vive en Laguna Beach (California, EEUU) y a su corta edad, ya es todo un ícono de estilo en internet con sus atuendos y peinados, dignos de una pasarela neoyorquina, razón por la que ha llamado la atención de los fashionistas del cibermundo e incluso de medios internacionales que le han dedicado páginas a su buen gusto y desplante.

Alonso Mateo | Instagram

Alonso Mateo | Instagram

Asimismo está el caso de Everleigh Soutas y Ava Foley, dos niñas que con sólo dos años y medio acumulan miles de seguidores, los alaban el vistoso estilos de ambas poseen. En esta caso las madres de las pequeñas han sido amigas por más de una década y señalan que es natural que sus hijas también sean mejores amigas y es por ello que las visten de la misma forma, tal como consigna playgroundmag.

En casi la totalidad de estas cuentas, estos chicos parecen ser una versión a escala de adultos, más que niños propiamente tal, reflejando meramente lo que a sus madres les gusta vestir.

Lo cierto es que detrás de estas cuentas de niños fashionistas también existe un lucrativo negocio, ya que ha grandes marcas de ropa captan a en sus filas a estos pequeños como sus embajadores, con jugosos contratos de por medio.

Pero junto con esto nacen críticas hacia los padres y se abre el debate acerca de si son niños que ven esto como parte de su rutina de juegos o si son obligados por sus progenitores, o lo que es peor, si es que en realidad son víctimas de una sociedad que cada vez está buscando iconos más jóvenes, quitándoles el espacio para disfrutar de su niñez al situarlos en el ajetreado y a veces cruel mundo de la moda.