Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, lanzó un estudio que plantea que la interacción entre estructura productiva, políticas públicas y diálogo social en el territorio, es determinante en la generación de empleos de calidad.

“Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad 2013: Empleo de calidad y territorio”, busca aportar evidencia concreta sobre cuáles son los factores en el territorio que determinan la generación de empleo de calidad.

“El argumento del informe plantea que el lugar donde nacen y viven las personas en América Latina determina fuertemente sus oportunidades de acceso a un empleo de calidad, y que las dificultades que trae consigo el empleo precario constituyen obstáculos no sólo para quienes lo sufren, sino también para el desarrollo integral de los países”, manifestó Ignacia Fernández, investigadora de Rimisp y coordinadora del Informe, en conjunto al economista Jorge Rodríguez.

“El empleo es fundamental para resolver los problemas que surgen a raíz de la pobreza y la desigualdad, pero no se trata sólo de crear empleo, sino de qué tipo de trabajo y en qué condiciones para el trabajador. En esta versión 2013 del estudio nos concentramos en analizar la situación de millones de latinoamericanos que trabajan en condiciones poco dignas, con jornadas mal definidas, bajos sueldos, falta de protección médica y social y pérdida de derechos laborales asociada, en muchos casos, a la expansión de la subcontratación”, agregó Fernández.

El estudio plantea que las posibilidades de que un territorio logre generar más o menos empleos de calidad está determinado por la forma en que interactúan tres conjuntos de factores principales: primero el tipo de estructura económica-productiva del territorio, es decir, la predominancia que allí tiene un determinado sector productivo por sobre otros sectores. Las actividades económicas concentradas en la producción de materias primas, como muchas en Latinoamérica, tienden a estar estrechamente vinculadas a determinados espacios geográficos, al tiempo que, salvo excepciones como la gran industria minera, son proclives a generar empleos de regular calidad.

Un segundo factor son las políticas públicas que se implementen en un territorio, entendiendo por tales la institucionalidad laboral, las políticas de fomento productivo y la protección social.

El tercero corresponde a la extensión de los espacios de diálogo social, que se relaciona con el grado de sindicalización existente, pero también con el tipo de relaciones que se establecen entre los representantes del Estado, de las empresas y de los trabajadores.