No será menor la herencia que recibirá el nuevo Gobierno en el Bío Bío. Una herencia con proyectos pendientes, desafíos, oposición y materias por resolver, por planificar, e incluso por definir, como la vocación actual de una zona otrora industrial y pesquera; hoy día ni tanto.

Más allá del giro político que tendrá el nuevo gobierno, con el cambio de color y de timón, las materias que conciernen a la región seguirán siendo las mismas.

El intendente saliente Víctor Lobos calificó durante la semana el fin de la reconstrucción, que fue el concepto central de la gestión actual, para dar paso a una etapa de “insatisfacción social” que deberá ser atendida y que se aprecia en las calles con diversos conflictos asociados, según la autoridad.

Pero más allá de ese lineamiento político, en la práctica las prioridades están claras.

Son demandas que distintos sectores han hecho evidentes, y otras sobre la base de cifras que golpean en la cara y dan como resultado estancamiento, crisis, déficit y adjetivos negativos para sectores otrora productivos, y que hoy no lo son tanto.

En lo concreto, las provincias de Bío Bío y Ñuble hace años mantenían “episodios” de sequía, y hoy es un fenómeno permanente, no sólo para regantes sino también para consumo humano. 35 de 54 comunas de la región, según Onemi, se abastecen con camiones aljibe, los que llevan agua a los hogares y a través de mangueras la acumulan para cocinar, lavarse y atender a los niños.

Los problemas para el agro debieran subsanarse con un proyecto histórico de embalse, el de Punilla, que recién está en etapa de llamado a licitación.

La conversión de la provincia de Ñuble en una región será otro desafío, más aún siendo promesa de campaña, pese a los índices que otorga el estudio encargado por la Subsecretaría de Desarrollo Regional, no del todo favorable para el sueño de la comunidad local.

También en Ñuble, existen problemas estructurales de contaminación. Una zona saturada, con el consumo de leña asentado en Chillán y alrededores. Autoridades de Medio Ambiente y Transportes piensan en restricción vehicular, pero aún sólo lo piensan. La restricción de la calefacción vía estufas a leña aún no tiene prohibiciones.

La conectividad fue un desafío inherente a la necesidad de traslado latente posterior al terremoto y tsunami. Ya superada esa etapa, los macro proyectos que quedan al debe en obras iniciadas y a medias no son menores. El puente Chacabuco o Bicentenario, sin olvidar todos sus recovecos políticos entre ellos la erradicación de una parte de la emblemática población Aurora de Chile.

La Ruta 160, que además de generar accidentes y congestión habitual, lleva tres años en construcción; un exceso para cualquier ciudadano que a diario la transita. A esta se suma el desafío de la conexión desde San Pedro de la Paz a Coronel, otro dolor de cabeza para el actual Gobierno. Estudios le dieron el visto bueno a una ruta costera, pie de monte y reparaciones a la vía actual, todo aún en el papel.

Lo mismo sucede en la dirección Concepción a Chiguayante, donde cualquier accidente paraliza totalmente el tránsito. El anhelo de una costanera sigue vigente y el “proyecto” en tierra derecha, como “proyecto”.

Por otro lado, el puente industrial está en licitación, pero plantea una inquietud de fondo: ¿Qué tan industrial sigue siendo la región?

Y es que la vocación del Bío Bío estaba bastante clara hace 10 años: una región industrial, pesquera, forestal, turística y universitaria. De allí derivaban los polos de desarrollo, con proyectos como el Centro de Biotecnología, el Convention Bureau, las exportaciones de celulosa y pesca fructífera.

Hoy el tiempo ha pasado, la vocación no es la misma y la región no ha encontrado el norte. ¿Qué lo corrobora? nuestro liderazgo nacional en desempleo, sobretodo en la cuenca del carbón; las peores tasas de crecimiento; las comunas con mayor pobreza y desolación, ubicadas en la provincia de Arauco; las bajas exportaciones; la crisis productiva; el cierre de fábricas; despidos de empresas… suma y sigue.

Otra contra de la zona: las extremas condiciones de marginalidad que se manifiesta en sectores urbanos lejanos a la ciudad, constituidos en guetos de la periferia, que obedecen a antiguos y errados planes de vivienda.

La salud y la alta demanda no se logra satisfacer en el Hospital Regional de Concepción, de referencia para el sur de Chile y el más grande del país, hoy disminuido, colapsado, con registro de muertes en su urgencia, llena de pacientes que esperan y sólo esperan.

Los desacuerdos políticos, las diferencias de caudillos, las desavenencias entre líderes y el cansancio de estudiantes, profesionales y empresarios, debiera ser enfrentado con nuevos aires, los que los distintos sectores auguran dirigirá Rodrigo Díaz, el nuevo intendente designado por Michelle Bachelet.

El desafío de potencia agroalimentaria sigue pendiente; la ventaja comparativa presente en lo intelectual y científico; los 7 puertos conectados a nivel nacional e internacional; la recuperación de las playas y balnearios; el deporte y la actividad cultural; la atracción y permanencia de inversiones… todo sobre la mesa y listo para el vamos final.