Hasta hace algunos años, el lavado era el peor enemigo de los olvidadizos. Bastaba con dejar un billete en el bolsillo del pantalón para saber que nunca más lo volverías a recuperar.

Con la introducción de los nuevos billetes de plástico aquel problema terminó… pero comenzó otro: que si el billete sobrevive hasta el planchado puede sufrir una suerte aún peor.

Esto es lo que descubrió Fernando Montoya de Antofagasta, y quien -como buen viudo de verano- se tomó con humor la pérdida enviándonos el cuerpo del delito vía Twitter. “Antes de planchar, recuerden sacar todo de sus bolsillos”, fue su recomendación.

Twitter.com/fermontoyag

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