Cuando faltan sólo cinco días para el inicio de la temporada de 2014 del fútbol brasileño, el movimiento Bom Senso F.C. (Sentido Común Fútbol Club) volvió a amenazar hoy con una huelga en caso de que no sean aceptadas sus demandas de cambios profundos en la organización de la actividad.

“Es más que posible, no está para nada descartada”, afirmó el zaguero Paulo André, del Corinthians, uno de los líderes del movimiento creado el año pasado por jugadores brasileños y que protagonizó actos de protesta en los últimos partidos del Campeonato 2013.

Al ser indagado sobre la posibilidad de un paro de futbolistas, Paulo André afirmó que la huelga “es la única medida viable para que las personas que comandan el fútbol hagan algo sobre las demandas”.

“Lamentamos el desprecio y la escasa preocupación de esas personas hacia el fútbol brasileño”, agregó el defensor, en una de las muchas críticas dirigidas a la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) durante la rueda de prensa que concedió el lunes en Sao Paulo.

Según Paulo André, la única demanda de los futbolistas atendida por la CBF fue la extensión de la pretemporada, que pasará a prolongarse por un mes a partir de 2015.

“A fines del año pasado, ellos (los dirigentes) divulgaron una nota afirmando que todos los pedidos fueron atendidos. No fue así. Informamos a la CBF a fines de septiembre o a comienzos de octubre que, de no haber cambios para 2015, éste sería un año difícil”, agregó.

El analista deportivo Juca Kfouri aseguró que el movimiento de los jugadores se inspiró en las masivas manifestaciones que sacudieron el país durante la Copa Confederaciones de 2013, en protesta contra los millonarios gastos para preparar el Mundial de Brasil 2014 y en demanda de mejores servicios públicos de salud, transporte y educación.

“Yo le pregunté públicamente a Paulo André en qué medida la voz de la calle influyó el movimiento, y él me contestó: ‘Completamente, porque nos dio coraje, abrió nuestros ojos’”, relató Kfouri.

El movimiento de futbolistas desea limitar el número de partidos que deben disputar los clubes de primera y segunda división y duplicar el total de cotejos jugados por los equipos menores. Además, exigen vacaciones de 30 días consecutivos y pretemporada también de 30 días. También demandan un “fair play financiero” para que los clubes asuman la responsabilidad de sus deudas fiscales y laborales.

A juicio de Kfouri, las propuestas de los jugadores son totalmente razonables, ya que “no hay nadie que sea perjudicado por la atención a sus demandas, pero ellos se enfrentan a una reacción conservadora de quienes están acostumbrados a este estado mediocre que es la administración del fútbol brasileño”.