Este viernes se inicia la quinta jornada de rastreo del avión Cessna 172, desaparecido tras despegar el pasado domingo desde la Isla Mocha, con cinco ocupantes. Entre los familiares hay preocupación por no existir algún rastro concreto y por un posible término de las labores.

El desgaste físico y psicológico está afectando a las familias que esperan alguna respuesta sobre el paradero de sus cercanos, mientras la FACH, la Armada, Carabineros, PDI, Bomberos y pescadores despliegan todos los recursos disponibles, tanto por mar, como por tierra.

Los datos entregados por habitantes de la zona, que hablaban de ruidos atribuibles a un posible aterrizaje forzoso al sur del aeródromo de Tirúa, no han dado resultados. Tampoco con lo propuesto por una vidente de Rancagua, que señaló la zona de una desembocadura por ese mismo sector.

El miércoles, desde Santiago, el ministro de Defensa Rodrigo Hinzpeter entregó declaraciones que no cayeron del todo bien en los afectados, al indicar que “en estas zonas no siempre se obtienen resultados positivos”, advirtiendo que se deben abrigar “razonables expectativas, pero no desmedidas expectativas”.

El operativo dirigido por la Fuerza Aérea se encuentra en el nivel de “búsqueda y salvamento”, es decir, un despliegue menor al que se llegó en la búsqueda desarrollada en la tragedia del CASA 212 en el archipiélago Juan Fernández, lo que fue ayudado por indicios que motivaron la extensión de los trabajos.

De acuerdo a convenciones internacionales, las operaciones se extenderían por seis días y luego dependería de los resultados que se manejen. Sin embargo, no existe alguna ley o cuerpo legal que fije un plazo para la búsqueda.