El juicio al dirigente chino caído en desgracia Bo Xilai concluyó este lunes con la solicitud de la fiscalía de que se le aplique una pena severa por hechos de corrupción “sumamente graves” que el acusado rechazó.

Al término de la quinta jornada de audiencias que mantuvieron en vilo a todo el país porque pusieron al descubierto los trapos sucios de la política y la corrupción en China, el fiscal reafirmó los cargos de corrupción, malversación de fondos y abuso de poder por obstaculizar una investigación sobre sobornos a su esposa.

El tribunal de Jinán (este) que lo juzga pronunciará su veredicto “en una fecha a determinar”.

Tras la audiencia final, los representantes de la fiscalía no hallaron ninguna circunstancia atenuante válida al ex miembro de la poderosa oficina política del Comité Permanente del Partido Comunista chino.

Bo Xilai fue juzgado desde el jueves pasado por corrupción, malversación de fondos y abuso de poder.

Bo “se declara culpable de los cargos en su contra y ninguna circunstancia atenuante permite contemplar para él una pena menor”, declaró el fiscal, según una transcripción de los debates difundida por el tribunal.

En el procedimiento penal en China, este tipo de anuncio hace presagiar una pena importante.

La brutal caída en desgracia el año pasado de este carismático sexagenario, destinado a las más altas funciones en el equipo dirigente de la segunda potencia mundial, tuvo el efecto de una onda expansiva en el aparato comunista y en el país.

Las autoridades controlaron estrechamente este proceso sensible. El acusado, que puede ser condenado a muerte, debería según ellos cumplir una larga pena de reclusión, según los expertos consultados

Ejemplo de la puntillosa supervisión por las autoridades de las informaciones comunicadas fuera del tribunal, la transcripción de las palabras del fiscal, difundida una primera vez en el microblog del tribunal, fue suprimida al cabo de unos minutos.

En una versión modificada, colgada luego, fue suprimido un párrafo que mencionaba las afirmaciones de Bo implicando a sus superiores de las autoridades centrales.

Concretamente, este párrafo se refería a la publicación en febrero de 2012 de un certificado falso que justificaba la “baja para seguir tratamiento médico” del ex hombre de confianza de Bo, el jefe de policía Wang Lijun.

Wang, que cayó en desgracia, acababa de intentar refugiarse en un consulado estadounidense, donde reveló un crimen y otros actos delictivos cometidos en Chongqing (suroeste), la metrópolis que a la sazón dirigía Bo.

La baja por agotamiento es un argumento que el poder comunista ya ha utilizado para efectuar purgas.

“Bo Xilai insistió reiteradamente en que (ese certificado fue publicado) siguiendo instrucciones de sus superiores jerárquicos”, recordaba el fiscal en el párrafo suprimido.

En las sesiones de los días precedentes, Bo Xilai desmintió en bloque haber recibido sobornos por el equivalente de 2,67 millones de euros (3,57 millones de dólares), incluyendo una mansión en Francia.

En cambio, admitió “cierta responsabilidad” en la malversación de cinco millones de yuanes (612.000 euros, 800.000 dólares) de fondos públicos, que terminaron en una cuenta de su esposa, Gu Kailai, aunque sin reconocer su culpabilidad.

También admitió “errores” en relación con la investigación del asesinato de un británico, envenenado por la esposa del ex dirigente.