El primer ministro japonés Shinzo Abe señaló este lunes que Tokio podría ser una inspiración para otras ciudades si finalmente es elegida como sede de los Juegos de 2020, después de haber sido la primera ciudad asiática en organizar la cita olímpica, en 1964.

Abe recibió este lunes la visita de la comisión de evaluación del Comité Olímpico Internacional (COI), que revisará hasta el jueves todos los recintos de la capital japonesa que deberían formar parte del evento olímpico y medirá el entusiasmo de la población del país a la candidatura.

“Tokio 2020 inspirará a muchos otros, como antes hizo en 1964. Prometemos el más completo apoyo para lo que ha sido el sueño de mi vida”, dijo el primer ministro en la recepción de bienvenida a los 14 miembros de la comisión de evaluación, dirigida por el vicepresidente del COI Craig Reedie.

Posteriormente, la delegación visitará Madrid, del 18 al 21 de marzo, y finalizará la gira en Estambul, del 24 al 27 de marzo. Luego elaborará un informe técnico sobre las tres candidatas que servirá como documento de apoyo para la votación de los 101 miembros del COI, el 7 de septiembre en Buenos Aires.

Abe, exarquero y presidente de la federación nacional de este deporte, dijo, en referencia a los Juegos de 1964, que “el espíritu olímpico contagió al espíritu que tuvo Japón para avanzar y llegar alto”.

“El espíritu olímpico debe ser servir ahora para ayudar a Asia a crecer. Pronto, muchas de los problemas a los que ahora se enfrenta Japón, como rejuvenecer una sociedad que envejece o cómo limpiar el cielo, serán los mismos a los que se enfrenten otros”, dijo Abe.

“Es por eso que la antorcha debe llegar a Tokio de nuevo”, añadió el primer ministro, cuyo abuelo, Nobusuke Kishi, fue primer ministro entre 1957 y 1964, potenciando los Juegos como una manera de crecer después de la Segunda Guerra Mundial.

El informe de la comisión de evaluación deberá incluir su opinión acerca de 14 temas, entre ellos infraestructuras, finanzas, logística, políticas y apoyo social.

El proyecto de Tokio se describe como “compacto y dinámico”, sostenido por un sólido apoyo económico y la experiencia en la organización de grandes eventos deportivos.

Aunque las conclusiones de la comisión tiene su importancia, no tienen por qué decidir en el voto de cada uno de los miembros del COI. Tokio lo sabe bien: ya candidata en 2016, la capital japonesa era la favorita por la calidad de su informe técnico, pero Rio de Janeiro supo convencer mejor a la mayoría de los votantes.

Otra de las razones por las que Tokio considera que debe organizar los Juegos es para agradecer al mundo la solidaridad después del sismo y posterior tsunami de marzo de 2011, que no solamente devastó la parte noreste del país, sino que amenazó con un accidente nuclear.

En este sentido el comité organizador no ha dejado de insistir en que “Tokio puede organizar los Juegos con garantías y es una de las ciudades más seguras del mundo”.

En su contra puede jugar que la capital japonesa es la única de las tres candidatas que ya ha albergado unos Juegos. En este sentido el presidente del comité olímpico del país, Tsunekazu Takeda, admitió que los miembros del COI tienen tendencia a elegir ciudades inéditas.

“Es maravilloso celebrar unos Juegos Olímpicos en un nuevo lugar como símbolo de la representación de los cinco continentes”, dijo Takeda, también miembro del COI, en una entrevista con la AFP el pasado mes.

Pero agregó la positiva experiencia que supusieron los terceros Juegos en Londres el verano pasado. “También es muy importante que un país maduro organice unos excelentes Juegos”, dijo al respecto.

Según el plan de Tokio de las 33 instalaciones que albergarían los Juegos-2020 en la capital japonesa, 28 estarían en un radio de ocho kilómetros, en una villa olímpica proyectada de cara al mar.

Otras cuatro sedes quedarían fuera de Tokio y se destinarían a la competición de fútbol. Uno de los estadios estaría en Miyagi, región que todavía se recupera del terremoto y del tsunami de 2011.

Entre las instalaciones más espectaculares está un estadio futurista para 80.000 espectadores con techo retráctil que se construiría en los terrenos del Estadio Nacional, símbolo de los Juegos de 1964.