La Asamblea General de la ONU aprobó, con una amplia mayoría, una resolución saudita-estadounidense que exige a Irán cooperación en la pesquisa sobre el supuesto plan para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Washington.

La resolución, que fue aprobada con 106 votos a favor, nueve en contra y 40 abstenciones, insta a Irán a “cumplir con todas sus obligaciones bajo las leyes internacionales” y a “cooperar con los Estados que intentar llevar ante la justicia a quienes participaron en la planificación, patrocinio, organización e intento de ejecución del complot”.

Estados Unidos acusó a Irán de estar detrás del complot, pero Teherán lo rechaza de plano y el principal acusado por el presunto complot, el estadounidense-iraní Mansour Arbabsiar, se declaró “no culpable” ante un juez de Nueva York.

Tras los infructuosos intentos de Irán para que su nombre fuera excluido de la resolución, la Asamblea General se manifestó “profundamente preocupado” por el supuesto plan contra el representante diplomático saudita, Adel al Jubeir.

El documento “deplora el complot para asesinar al embajador del reino de Arabia Saudita en Estados Unidos” y “anima a todos los Estados adoptar medidas suplementarias para evitar sobre sus territorios la planificación, el financiamiento y la organización de actos terroristas similares”.

El texto, que fue promovido por una larga lista de países pide también a los Estados miembro de la ONU que “nieguen asilo a los que planeen, financien y apoyen o cometan actos terroristas semejantes”.

Aunque Riad no ha acusado directamente a Irán, su embajador en la ONU, Abdullah al Mouallini, dijo en la Asamblea que ese país había sido implicado “en las confesiones del principal culpable en el plan” de asesinato.

La Casa Blanca celebró la decisión de la Asamblea General en un comunicado, en el que aseguró que el apoyo que recibió la resolución enviaba “un mensaje fuerte al gobierno iraní de que la comunidad internacional no tolera que los diplomáticos sean tomados como objetivo”.

Por su parte, el representante iraní ante la ONU, Mohamed Khazaee, aseguró que esta medida estaba “basada en una afirmación sin confirmar de un Estado que tiene un largo historial de animosidad” hacia su país, en referencia a Estados Unidos, y que podía “generar tensión en las relaciones internacionales”.

Khazaee relacionó la resolución con el último informe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, que manifestaba su preocupación porque el programa nuclear iraní esconda fines militares: “Como no demostró (ese carácter militar del programa), entonces quizás (Estados Unidos) quiera encontrar otra forma de acusar a Irán”.