Baba de nopal y alumbre son algunos de los ingredientes de las técnicas prehispánicas de conservación e impermeabilización que arqueólogos mexicanos usan para evitar el deterioro de antiguos conventos de los frailes dominicos construidos en las faldas del volcán Popocatépetl.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) aplica en estos días al antiguo convento de Natividad María la técnica a base de baba de nopal para tratar las paredes y techos del edificio del siglo XVI, ubicado en Tepoztlán (Morelos, centro) que forma parte de un conjunto de inmuebles religiosos, ya protegidos de la misma forma.

La mezcla de esos materiales data de 900 a 1500 años antes de nuestra era con la finalidad de impermeabilizar los edificios históricos.

Una vez que los techos de los antiguos conventos erigidos por los frailes dominicos quedan recubiertos con la baba de nopal y alumbre, la lluvia “cae sobre las cubiertas, resbala hacia las gárgolas y los techos queden libres de humedad”, explicó el arqueólogo Carlos Reyes.

El primer paso es hacer “pintura a base de cal y de baba de nopal e hidróxido de calcio y se pinta la superficie que se va a impermeabilizar. Al secar, se le pone un diluido de agua jabonosa y al día siguiente se aplica el alumbre disuelto en agua caliente. Así se va alternando el jabón y el alumbre hasta tener tres capas”, detalló.

“Es una técnica muy económica”, prosiguió el arqueólogo mexicano.

El proyecto de preservación abarca varios ex conventos y han participado voluntariamente desde adolescentes hasta ancianos.

El ex convento en tratamiento ha sido usado “como cuartel ocasional de las tropas francesas de Maximiliano de Habsburgo (1864-1867), y luego de los ejércitos zapatista y constitucionalista durante la Revolución Mexicana (1910)”.