El filme “Polisse”, de la realizadora francesa Maiwenn, que vuelca una mirada sobre la pedofilia, el maltrato infantil y la violación de menores, se alzó este domingo con el Premio del Jurado del 64º Festival de Cannes.

“Prometí a mi hija no llorar al recibir el premio”, dijo entre sollozos la actriz y cineasta de 35 años, cuyo filme constituye un viaje al lado más oscuro de la miseria humana, porque sus víctimas son criaturas indefensas.

La realizadora, que se llama Maiwenn Le Besco pero es conocida sólo por su primer nombre, golpea con su filme al espectador, a quien sumerge en el trabajo cotidiano de la Brigada de Protección de Menores (BPM) de la policía parisina.

La cinta se deja penetrar por la realidad imprevista, y es además un reflejo de la sociedad contemporánea francesa, mostrando familias africanas en la precariedad, campamentos de gitanos, tráficos prohibidos.

En una rueda de prensa en Cannes, tras el estreno de su filme, Maiwenn contó que tuvo que luchar por obtener una autorización para pasar un tiempo con la BPM, y dijo que había sido testigo de todo lo que retrata en la película, o que se lo contaron los policías con los que compartió varios meses.

Maiwenn explicó que la idea del filme le surgió al ver un documental sobre la brigada policial en la televisión francesa, en un momento en que se sentía algo deprimida,

“Me sedujo la pasión de esos policías por su trabajo. Comprendí rápidamente que cada uno de ellos tenía buenas razones personales para estar ahí”, dijo.

Interpretada por actores profesionales –Karine Viard, Joey Starr, Marina Foïs, Nicolas Duvauchelle, Sandrine Kiberlaine– con la excepción de un niño africano que conmovió a la sala con sus lágrimas, la película tiene un ritmo trepidante, y la intensidad de un documental.

Maiwenn confesó que le había impresionado mucho “la banalización de la sexualidad entre los adolescentes, dispuestos a todo por un teléfono celular o un MP3″.

El filme muestra a una adolescente que confiesa haber aceptado mantener relaciones sexuales con varios compañeros de clase, que le habían robado su teléfono, para poderlo recobrar.

Otro de los personajes, también adolescente, critica con desprecio la idea que tienen los “viejos” policías de su sexualidad, sumamente precoz y audaz.

Algunas de las escenas más logradas son los retratos de los pedófilos que buscan restar importancia a sus desviaciones sexuales, provocando a veces la ira de los policías.

“Cuando se tratan este tipo de temas uno no puede ser aproximativo. Era necesario ser precisos, realistas y fieles, sobre todo en la manera de mostrar los interrogatorios”, declaró por su parte la actriz y coguionista Emmanuelle Bercot.

Fue necesario un verdadero trabajo de investigación para construir a los personajes, ficticios, pero al mismo tiempo muy realistas.

De esta forma los diálogos oscilan entre la infinita precaución del lenguaje, cuando se trata de que un niño cuente los abusos que ha sufrido y que deben ser nombrados de la manera más precisa posible, y la crudeza del lenguaje entre los policías cuando están entre ellos.

“A causa de la presión que sufren, es una manera que tienen los policías de relajarse, contando sus cosas personales y bromeando con sus cosas más íntimas”, dijo la realizadora.