La UE examinaba este jueves una petición franco-italiana de reintroducir controles temporales en sus fronteras internas ante el auge de la inmigración, una medida que Dinamarca ya decidió imponer pese a las advertencias contra un recorte de la libre circulación en Europa.

Dieciséis años después de la entrada en vigor del espacio Schengen, que permite la libre circulación entre 25 países, los ministros europeos del Interior debatían en Bruselas si el creciente desembarco de inmigrantes norafricanos justifica restablecer controles fronterizos puntuales.

Unos 20.000 inmigrantes norafricanos, procedentes en su mayoría de Túnez, donde estalló la primera revuelta de la ‘primavera árabe’, llegaron desde enero a las costas del sur de la Unión Europea (UE), especialmente a la isla italiana de Lampedusa y Malta.

Italia y Francia, adonde tratan de llegar muchos tunecinos francófonos, pidieron el mes pasado a sus socios de la UE revisar el tratado de Schengen para poder cerrar temporalmente fronteras y controlar con mayor eficacia la inmigración ilegal.

El auge de los partidos populistas y xenófobos en el bloque también ha precipitado el debate.

Presionado por la extrema derecha, el gobierno conservador danés se adelantó el miércoles al debate en Bruselas y anunció que establecerá en breve controles en sus fronteras con Alemania y Suecia para luchar contra la criminalidad transfronteriza.

El Parlamento Europeo reaccionó el jueves con furia a la iniciativa danesa.

“Los sepultureros de Europa se desatan”, acusaron los socialistas. “Con las compuertas abiertas, uno de los gobiernos más derechistas en Europa aprovecha la brecha para atacar”, denunciaron.

“Los riesgos de alteración del orden público no pueden prevenirse de forma eficaz con medidas puramente nacionales en las fronteras”, advirtió por su parte el jefe de fila de los liberales, Guy Verhofstadt.

Pero Dinamarca se defendió de las críticas tachándolas de exageradas: “Veo que la prensa europea está haciendo un gran drama” con una medida que “respeta las reglas de Schengen”, aseguró en Bruselas el ministro de Integración, Soeren Pind.

“Se trata de controlar los vehículos sospechosos (…) no de controlar pasaportes ni cerrar fronteras”, reafirmó el ministro.

La comisaria europea de Inmigración, Cecilia Malmström, señaló que la situación en Africa del Norte “obliga a poner orden en casa”, pero “ésta no es una razón para restablecer los controles en las fronteras nacionales”.

En Bruselas, los ministros europeos estudiaban en concreto una propuesta de la Comisión — consecuencia de la petición franco-italiana –, que prevé el restablecimiento puntual de los controles en casos “excepcionales” o cuando un Estado miembro “incumpla su obligación” de vigilar debidamente sus fronteras exteriores.

“Habrá que encontrar juntos una definición de estos casos excepcionales”, abogó el ministro alemán de Interior, Hans-Peter Friedrich.

España se mostró favorable a una “interpretación” del tratado de Schengen.

El gobierno español “no está por la modificación del tratado”, pero “está abierto a posibles interpretaciones a efectos de adaptarlas a la realidad de cada momento”, dijo el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho.