Lo quieras o no, la única alternativa que tiene una mujer en edad reproductiva para no quedar embarazada -luego de la abstinencia- es optar por algún método anticonceptivo.

Es por lo mismo que el mercado ginecológico ha multiplicado sus opciones más allá de las píldoras, las inyecciones y el anillo mensual, para ofrecer una nueva alternativa a quienes son más despistadas o para las que necesitan liberarse de las preocupaciones que la anticoncepción requiere: Mirena.

¿Qué es y cómo se inserta?

Atractiva por su prolongada duración de 5 años y comodidad en la paciente, la Mirena es un método intrauterino que se inserta en el interior de la vagina, de forma similar a la “T de cobre”, pero que funciona de una forma muy diferente.

“En posición ginecológica, abriendo las paredes vaginales mediante el uso de un espéculo, se introduce el dispositivo a través del orificio cervical (cérvix uterino) externo y luego del orificio cervical interno, quedando la Mirena localizada dentro de la cavidad endometrial”, explica el Dr. Reinaldo González Ramos, ginecólogo especialista en medicina reproductiva, y profesor asistente de la Universidad de Chile, y agrega que esta inserción puede provocar molestia o dolor en la paciente.

Una vez dentro del cuerpo, la Mirena puede ser usada hasta 5 años como método anticonceptivo, a menos que la mujer quiera retirarla antes de tiempo. En este caso, el dispositivo es retirado por un ginecólogo durante la menstruación, quien tira con suavidad unos hilos que están unidos con la parte inferior del artefacto.

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Según explicó el experto, su diferencia con la “T de cobre” radica en la composición y efecto en el cuerpo. Mientras que la Mirena libera una hormona (levonogestrel) derivada de la progesterona, la cual está presente en los anticonceptivos orales, parches, anillos o inyecciones, el DIU T (T de cobre) “no produce ningún cambio en el ciclo hormonal femenino, pues la mujer ovula todos los meses. Su efecto es principalmente mecánico”, señala González.

Por su parte, la Mirena inhibe la ovulación e impide el desarrollo del moco cervical fértil, dificultando el transporte de los espermatozoides. “El efecto hormonal suprime el eje hipófisis-gonadal, inhibiendo la ovulación, el desarrollo endometrial e impide la formación de moco cervical fértil, por lo tanto también se ve dificultado el transporte espermático”, detalla el médico.

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Otra diferencia radica en los excipientes (sustancias con las que está hecha). La “T de Cobre” está compuesta de cobre y plásticos; por su parte, la Mirena está compuesta también por plásticos, pero además incluye otros componentes. “Polietileno de baja densidad, sulfato de bario, elastómero de polidimetilsiloxano; membrana de polidimetilsiloxano, hilos de polietileno y pigmentado con óxido de hierro”, detalla el sito de fármacos Vadecum.

Riesgos y otros efectos

Como todos los métodos anticonceptivos, la Mirena también presenta un porcentaje de riesgo y efectos adversos para algunas mujeres. En relación a los riesgos que no funcione, la tasa de falla es de 0,2% al año de uso y 0,7% a los 5 años, similar a la de un uso responsable y puntual de las pastillas.

El Dr. Reinaldo González Ramos comenta que si bien cualquier mujer en edad reproductiva puede usarla, no recomienda su uso en mujeres que nunca han tenido actividad sexual y reconoce que es más fácil insertarla en mujeres que han tenido un parto previamente.

Sin embargo, el médico descarta totalmente su uso en embarazadas y mujeres que cursen alguna enfermedad ginecológica. “Hay que descartar infecciones ginecológicas, cuadros de sangrado uterino anómalo (o metrorragia), pólipos endometriales, miomas submucosos, malformaciones uterinas, tabique uterino”, detalla.

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En relación a los efectos adversos, el ginecólogo señala el sangrado uterino irregular. Pese a que la Mirena produce amenorrea (ausencia de menstruación), en algunos casos “puede haber sangrado de distintas intensidades y duraciones impredecibles”, lo que puede ser una razón para retirarla y cambiar de método.

“Otros efectos adversos muy poco frecuentes son cefalea, dolor pélvico, disminución del líbido, nauseas, acné, hirsutismo, tensión mamaria y mastalgia (dolor en las mamas), quistes ováricos, expulsión del dispositivo y la perforación uterina durante la inserción”, cuenta González.

Tracy (cc)

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Dudas frecuentes

Una de las dudas más frecuentes del uso de la Mirena, se relaciona con su efecto en la vida sexual. Al respeto el doctor González asegura que este artefacto “no se puede ‘pasar a llevar porque queda dentro del útero’” y que el único problema que podría presentarse en la actividad sexual, es en caso de que la usuaria presentara un sangrado irregular.

Respecto al retorno a la fertilidad, en caso de mujeres que quieren embarazarse, el doctor comenta que “una vez retirado, se reinicia inmediatamente la actividad folicular u ovárica normal, y la mujer se puede embarazar desde ese momento en adelante”. Si bien Reinado comenta que no es necesario esperar, siempre es bueno consultar al ginecólogo en forma preconcepcional “para ver si está todo bien para intentar un embarazo”.

Para finalizar, el ginecólogo especialista en medicina reproductiva recomienda el uso de la Mirena. “Es un método recomendable, al igual que la contracepción oral o en parches o en anillo vaginal. Tiene indicaciones y contraindicaciones. Siempre debe ser recetado por un especialista e insertado por un ginecólogo o matrona con experiencia”, concluye.

Los costos de Mirena se pueden averiguar en farmacias y son variables, dependiendo de dónde se compre. La inserción y retiro también varía dependiendo del centro y tiene código, por lo que se puede comprar bono respectivo en Fonasa o Isapre, o solicitar reembolso con boleta en Isapre.