El ex militar de izquierda Ollanta Humala, que en 2006 logró ganar la primera vuelta en Perú con un discurso radical, volvió a imponerse este domingo con un mensaje más moderado, que convenció a un tercio del electorado, según sondeos a boca de urna y una proyección sobre resultados.

Ahora se apresta a iniciar la nueva etapa hacia el balotaje del 5 de junio en que enfrentará posiblemente a Keiko Fujimori, hija del condenado ex presidente Alberto Fujimori, según sondeos de boca de urna y una proyección sobre resultados de una encuestadora.

Cuando apareció en 2006 por primera vez como candidato Humala se caracterizaba por un estilo autoritario y confrontacional.

Su discurso caló en la primera vuelta, en que obtuvo 30,6% de la votación y pasó primero, pero luego fue derrotado en la segunda vuelta por el presidente Alan García.

Su manejo poco profesional de esa campaña hizo que en el último y decisivo debate televisado frente a García llegara 15 minutos tarde por estar comiendo en un restaurante cercano, lo cual le hizo perder puntos.

García habló entonces solo durante un cuarto de hora frente a una audiencia desconcertada y el asiento vacío de su contendor.

De ese perfil ahora queda poco o casi nada: el ex comandante del Ejército, de 48 años, llegó a esta campaña con un estilo más moderado que al principio pareció no calar entre sus compatriotas.

Cuando en febrero pasado estaba 18 puntos detrás del ex presidente Alejandro Toledo, Humala dijo estar convencido de que su campaña iba bien. Los resultados mostraron después que tenía razón.

Todos sus rivales lo acusaron de ser un anti sistema que pretende cambiar el modelo económico que ha convertido al Perú en el país de mayor crecimiento en América Latina en la última década.

Pero esas críticas parecieron más bien despertar a sus bases electorales, que se encuentran especialmente en el sur andino, de gran población indígena, adonde no llega la nueva prosperidad.

Político atípico, Humala participó en los años 90 en el combate contra Sendero Luminoso y fue acusado de haber violado derechos humanos, un tema que la justicia investigó sin encontrar pruebas.

En 2000 se sublevó junto a su hermano Antauro en el sur del país contra el gobierno del presidente Alberto Fujimori, ya debilitado por acusaciones de corrupción. Ambos fueron apresados, pero luego de que Fujimori se fugara del país, fueron amnistiados.

“El levantamiento no tenía ningún cálculo político, era simplemente defender el orden constitucional”, recordó Humala, nacido en Lima el 27 de junio de 1962, pero perteneciente a una familia provinciana que profesa el nacionalismo y rinde culto al imperio inca. Por eso sus padres lo bautizaron como Ollanta, nombre de un general inca.

Humala se vio envuelto luego en una asonada que protagonizó su hermano Antauro el 1 de enero de 2005 al tomar por asalto una comisaría en la localidad de Andahuaylas (sudeste), que acabó con la muerte de cuatro policías, para exigir la renuncia del presidente de ese entonces, Alejandro Toledo.

Humala, a la sazón agregado militar en la embajada de Corea del Sur, fue acusado de ser el artífice de esa acción y se mostró como prueba de ello una comunicación de apoyo a su hermano que envió desde Seúl. Pero él negó toda vinculación.

Actualmente está distanciado de Antauro, quien cumple 25 años de cárcel por la acción de Andahuaylas. También está alejado de otro hermano, Ulises, quien sostuvo hace poco que Ollanta es “un chavista disfrazado”.

Fiel a la tradición familiar de rendir culto al imperio inca, con su esposa Nadine Heredia, pusieron a sus hijas nombres quechuas: Illari (de 8 años) y Naira (6), que en el idioma de los incas significan “dulce amanecer” y “mirada profunda”. Un varón nacido en plena campaña electoral hace tres meses se llama Samin, “el que trae dicha y prosperidad”.

Su padre, Isaac Humala, fundó el ultranacionalista partido etnocacerista, que reivindica tanto la supremacía de los incas como el nacionalismo peruano a través de la admiración por el héroe de la guerra con Chile en el siglo XIX, Andrés Avelino Cáceres.