Gran Bretaña anunció el martes una investigación judicial sobre las acusaciones de supuesta complicidad de sus servicios secretos en torturas cometidas en el extranjero tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y precisó que las víctimas podrían ser indemnizadas.

El primer ministro David Cameron declaró a los diputados reunidos en la Cámara de los Comunes que la investigación, que estará dirigida por el juez retirado Peter Gibson debe comenzar antes de fin de año y terminar en 12 meses.

La investigación sólo será parcialmente pública debido a la confidencialidad que requieren las actividades de los servicios secretos.

“Aunque no hay pruebas de que algún agente británico haya estado directamente implicado en torturas (a detenidos en el extranjero) tras el 11 de septiembre, hay preguntas sobre el grado de colaboración de los agentes británicos con los servicios de inteligencia extranjeros que trataban a los presos de manera indebida”, dijo Cameron.

“Mientras estas cuestiones continúen sin respuesta, la mancha sobre nuestra reputación de país que cree en la libertad, en la justicia y en los derechos humanos seguirá creciendo”, subrayó.

Cameron también anunció la publicación, por primera vez, de las reglas seguridad para el personal de los servicios secretos y del ejército sobre la manera de tratar a los prisioneros detenidos en otros países.

Estas reglas incluyen que los agentes británicos “nunca deben participar en una acción en la que saben o creen que se cometerán actos de tortura”.

Agregó que podrían pagarse compensaciones a quienes denunciaron malos tratos en el campo de detención de Guantánamo, dirigido por los estadounidenses, si se confirman prácticas asimiladas a torturas.

El gobierno de coalición entre conservadores y liberal demócratas anunció tras su llegada al poder en mayo una investigación sobre las acusaciones contra el MI5 y el MI6, los servicios secretos interior y exterior, respectivamente.

El caso más conocido es el del etíope Binyam Mohamed, detenido en Guantánamo durante más de cuatro años, antes de ser enviado en febrero de 2009 de regreso a Gran Bretaña, su país de residencia.

Mohamed afirmó que un miembro del MI5 proporcionó las preguntas en los interrogatorios acompañados de torturas que sufrió en un lugar secreto de Marruecos tras su detención en Pakistán en 2002.