En nuestro país la cantidad de matrimonios ha aumentado durante la última época, acorde a estadísticas que entregó el INE en Estadísticas Vitales 2016 (último estudio respecto del tema) se registraron 62.464 ese año, con un alza de 1,2% en relación con 2015, mientras que la edad promedio es de 37 años en los hombres y 34 años en las mujeres.

Según lo que mencionó a La Tercera Viviana Salinas, demógrafa y socióloga del Instituto de Sociología de la Universidad Católica, pese que los pronósticos de “destrucción” del matrimonio por la aprobación de la Ley de Divorcio, se generó el efecto contrario, ya que muchas personas concurrieron a contraer segundas nupcias o accedieron al matrimonio, ya que tiene la opción de obtener un divorcio.

Y es el verano la temporada predilecta de los novios para realizar sus celebraciones con eventos que poseen las mismas tradiciones, independientes de que sean matrimonios civiles, eclesiásticos o simbólicos, y en los que el comportamiento de los invitados debe ser intachable, para no opacar a los novios.

El origen de las tradiciones

Los anillos: es probablemente el mayor símbolo del matrimonio y se utilizan para “sellar” el pacto de la pareja que asume este nuevo compromiso.

La historia indica que el uso se remonta a las novias que habrían usado la alianza desde el antiguo Egipto, sin embargo, en el caso de los varones esta costumbre se adoptó la segunda mitad del siglo XX, ya que muchos militares acudieron a la Segunda Guerra Mundial con anillos como una forma de recuerdo de sus novias y familias que habían quedado en casa, mencionó a BBC Rachel Church, curadora de piezas metálicas del Museo de Victoria y Alberto en Londres.

Los anillos están llenos de simbolismos: la forma circular representaría la eternidad, en una unión de amor eterna, y son hechas de metal como un símbolo de la fuerza matrimonial. En cuanto al uso en el dedo anular izquierdo, según la tradición romana, es porque es este dedo donde pasaría una vena denominada “vena amoris” o “vena del amor”, que conectaría directamente con el corazón.

Otra historia respecto del uso del anillo en este dedo apunta al cristianismo: se entregaba el anillo recitando “En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. amén”, poniendo la alianza desde el dedo pulgar y finalizando en el anular, que es donde quedaría para siempre.

El vestido blanco: las novias no siempre vistieron de blanco. Fue recién en el siglo XIX, específicamente en 1816, cuando por primera vez la princesa Carlota, prima de la reina Victoria, llevó este color. Pero fue en 1840 cuando la reina Victoria contrajo matrimonio con Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha e impuso el blanco como el color de las novias.

En ese momento se estaba generando la masificación de los medios impresos y la naciente fotografía, por lo que millones de personas pudieron ver a la reina radiante hacia el altar.

Según indica Muy Interesante, fue en el siglo XX cuando el blanco se convirtió en una moda popular, haciendo alusión a la pureza e inocencia de la novia, aunque por esos años ya se utilicen colores como el crudo, marfil u otros.

Lo viejo, lo nuevo, lo prestado y algo azul: lo más probable es que las novias, al elegir lo que llevarán el día de su matrimonio, incluyan algo nuevo, algo viejo y algo prestado. Pero, ¿cuál es el origen de este rito?

Acorde a CNN, el significado es tan sencillo como que lo viejo representa el pasado de la novia y lo nuevo augura un futuro feliz para la pareja. En cuando a lo prestado, debe ser de alguien que esté felizmente casada, para entregar buena fortuna, y lo azul simboliza la fidelidad y el amor.

Lanzar arroz a los novios: pese a que en muchas ocasiones se cambia por pétalos de flores, la tradición manda que es arroz lo que se lanza a los novios al salir de la iglesia o el lugar donde se realizó el enlace.

La tradición es ancestral, viene de la Antigua Roma cuando la novia llevaba espigas de trigo en forma de ramo o trenzadas en el cabello como símbolo de fertilidad, mientras que el novio era el encargado “romper” pasteles de trigo horneados con la misma intención, para luego repartir las migas entre los invitados junto a nueces, almendras, aderezado con miel, lo que se llamaba “conffeto” y eran lanzados con entusiasmo a los novios, menciona la revista española Hola.

Finalmente, este “conffeto” fue sustituido por granos de arroz y en la actualidad se utilizan pétalos de rosas u otras flores y burbujas de jabón, por ejemplo.

Lanzar el ramo: es una de las tradiciones que se mantiene constantemente, cuando todas las solteras se juntan para esperar a que la novia lance su ramo y la que lo tome sería la próxima en casarse.

Esta costumbre se originó en el siglo XIV, específicamente en Francia, donde se creía que era de buena suerte obtener pedazos del vestido de la novia, por lo cual los invitados lo desgarraban para obtener un trozo de este.

Al ser esta situación un tanto desagradable, las novias comenzaron a lanzar voluntariamente objetos personales como la liga que sostenía sus medias, sin embargo, con el tiempo la iglesia católica cambió la tradición de lanzar objetos por tirar el ramo de flores que portaba la novia en la iglesia, atribución de buena suerte que con el pasar de los años se transformó en un recuerdo exclusivo para las mujeres solteras que asisten al evento, menciona Zankyou.

Mantener el protocolo como invitado

Así como hay tradiciones para los novios, también hay algunos deberes para los invitados, como llegar a la hora a la ceremonia del enlace o asistir con la vestimenta acorde a la celebración, pero sin duda alguna, hay algunas reglas que, si quieres que los novios se sientan bien en su día, no puedes romper.

Vestir de blanco: Blanca y radiante va la novia…. decía la canción de Antonio Prieto en la que alababa el vestido de la protagonista del evento y tal cómo lo menciona, sólo ella va de blanco y no las invitadas, ya que en muchas culturas esto puede resultar ofensivo.

Esto, porque el objetivo es no robarle el protagonismo a la novia, aunque como menciona Harper’s Bazaar, hay momentos en que la norma se puede saltar, pero siempre la clave está en los accesorios que acompañen el diseño, para disimular y despistar el temido protocolo, evitando el “qué dirán” del resto de las invitadas.

Alberto Pizzoli / AFP

¿Llevar acompañante?: hay una cosa que siempre es clara en los matrimonios y con esto nos referimos a la cantidad de invitados. Esto, porque si ellos te invitan con acompañante al matrimonio, es porque puedes asistir con alguien más, pero si no lo dejaron claro en la invitación recibida, llevar un acompañante podría poner en aprietos a los organizadores del evento.

Ellos manejan una cantidad exacta de invitados, dispuestos en mesas específicas y uno más podría descuadrar toda esa planificación, sin mencionar que será un costo extra para los felices novios.

Acaparar a los novios: un matrimonio no es una fiesta más de fin de semana, es el momento en que los novios comparten con sus seres queridos, quienes están en ese momento acompañándoles a celebrar su unión. Por esto, no es apropiado acapararlos en todo momento, ya que deben compartir con todos los invitados.

Llevarte un “recuerdo”: los adornos del salón donde se realiza el evento son parte de la decoración, no regalos para los invitados, por lo que evita tomar ese centro de mesa, por muy bonito que sea, y déjalo en su lugar.