El 12 de enero de 2010 los medios nacionales e internacionales cubrían una de las tragedias más grande de los últimos tiempos, un devastador terremoto 7,0 sacudía Haití, uno de los países más pobres del mundo. Esto dejaba más de 220 mil muertos y otros miles de niños huérfanos en Puerto Príncipe y sus alrededores.

La noticia era seguida a más de 6 mil kilómetros de distancia por Marjorie Infante, periodista de Mega, quien estaba en pleno proceso de idoneidad para adoptar a un hijo. Fue ahí cuando decidió que haría lo imposible para rescatar a uno de esos menores y formar una familia multicultural.

Cuando tenía 32 años, la profesional ingresó al programa de adopción de Fundación Mi Casa – organismo acreditador – para concretar el sueño de ser madre, pero ella pertenecía al último grupo de prelación, establecido por la ley 19.620 que deja en primera opción a los matrimonios residentes en Chile, los matrimonios en el extranjero, para finalmente llegar a los chilenos solteros, viudos o divorciados.

Al tratarse de una mujer soltera, las entrevistas psicológicas se extendieron por un largo periodo, donde debía responder constantemente por qué quería tener un hijo y por qué éste tenía que ser de Haití.

“Yo no soy de visitar psicólogos o psiquiátricas, pero en Fundación Mi Casa me enviaron muchas veces a estos especialistas, porque era soltera y ellos consideraban que necesitaba estar más preparada. En ese entonces, pensaba, bueno, si no tomo esta opción, simplemente no podía ser madre, entonces estaba obligada a ir. Fui durante un año, pagando de forma particular a una psicóloga”.

Según relató, lo primero que pensó es que “me quieren cansar, porque una y otra vez me preguntaban por qué Haití, por qué siendo soltera, por qué no tengo pareja, etc, y uno se cuestiona ¿será necesario que deba responder la misma pregunta?”.

A ese nivel de estrés, se sumó la posibilidad de que, pese a seguir todo al pie de la letra, esto no le garantizaba obtener la calificación. Situación que la mantenía en alerta y con el temor constante de que todo saliera mal.

Marjorie Infante
Marjorie Infante

Renette

Finalmente cuando obtuvo la idoneidad y estaba lista para viajar a Haití a conocer a su futuro hijo, la Fundación Multicolores – investigada más tarde por irregularidades en los procesos – se declaró en quiebra y nuevamente quedó con las manos atadas.

En medio de esa desazón, conoció – a través de su hermana menor – a un haitiano que le contó que cerca de la casa de sus padres había una familia numerosa y vulnerable que tenía a una de sus hijas gravemente enferma.

Se trataba de Renette, una niña de cinco años que tenía malaria, parásitos intestinales, bajo peso y alta fiebre, sin poder acceder a tratamientos. Bajo esa condición, la pequeña de un total de nueve hermanos, estaba destinada a morir, como suele ocurrir en Haití.

La situación no dejó indiferente a la periodista, quien se contactó con el entonces presidente del Colegio Médico, Enrique Paris, para preguntarle en qué consistía la enfermedad. Él la derivó a una pediatra especialista en enfermedades tropicales y empezó a enviarles los medicamentos respectivos a la niña.

Tras un año de mantener contacto vía WhatsApp, y por videollamadas los padres de la niña le ofrecieron traérsela al país, para que obtuviera tratamiento y mejor calidad de vida. Así, con el permiso de ambos, Renette llegó el 26 de marzo de 2013 a Santiago, en compañía de su padre biológico. Una vez acá, iniciaron los tramites legales para concretar la adopción, pero cuando acudían al Juzgado de Familia, le preguntó a la pequeña su apellido, quien respondió orgullosamente su nombre completo.

Esa inocente pregunta le generó un sinfín de dudas a Marjorie. “Me bajó una angustia, me cuestioné todo y pensé: está niña tiene un pasado que no puedo desarraigar. Ella reconocía a sus padres y su familia”. Acto seguido, habló con su abogada, Flor Catalán, para analizar qué alternativa permitía no arrebatar sus raíces.

Fue ella quien le recomendó continuar con el tema de la adopción, ya que los padres estaban de acuerdo y la niña ya estaba en suelo nacional, pero bajo la modalidad del cuidado personal definitivo. Esto, permitiría mantener sus apellidos y el contacto con su familia biológica.

Pese a que la adaptación de la niña no fue fácil, la barrera idiomática nunca fue un problema para ambas, la comunicación mediante señas y el amor que Marjorie le entregaba podía más que el lenguaje. “Ella venía con tanta carencia que todo lo restante se completaba con cariño, con amor (…) la precariedad no está relacionada a la familia, sino a las condiciones propias del país, de tener padres que hasta el día de hoy continúan desempleados y con nueve hijos por atender”.

Otro regalo


Renette
sumaba tres años en Chile, vivía junto a su madre adoptiva en un departamento y manejaba completamente el idioma, cuando sus padres biológicos le pidieron a Marjorie traerse consigo a uno de sus hermanos.

La historia se repetía, Reonel próximo a cumplir 4 años tenía fiebre amarilla, desnutrición y parásitos, por lo que necesitaba recibir tratamiento, cosa que en su país de origen era imposible obtener.

La decisión de incluir a un tercero en esta familia multicultural fue compleja. “La verdad es que sentía que una (hija) era suficiente, no sólo por lo del tema económico sino por lo que significaba volver a enfrentar los tribunales, los cuestionamientos, las entrevistas reiteradas a Renette, las visitas de personal del Sename a la casa, al trabajo, a mi familia”.

Justamente éstos últimos fueron los que despejaron las dudas y miedos y dieron respuesta a la cuestión más importante “qué sería del futuro de ese niño y de sus papás que no tienen medios económicos para ayudarlo con esa enfermedad”. Luego de eso, sólo restaba coordinar la llegada de Reonel, que se concretó el 1 de diciembre de 2016.

Majorie Infante
Majorie Infante

Solteras y la adopción

Tras pasar por este largo proceso y haber superado los obstáculos, la periodista reflexiona y se pone en el lugar de los organismos encargados de las adopciones: “Si me llega una mujer soltera obviamente que la tengo que evaluar, porque no sé lo que piensa o si está en condiciones”. Pese a ello, consideró que en el proceso los cuestionamientos “fueron excesivos y creo que se debía a que era soltera”.

Es más, relató que tras ser aprobada, la volvieron a derivar a una psicóloga, pero esta vez para prepararla para la llegada de Renette.

“Una mujer que tiene a su hijo en el vientre se prepara por nueve meses y las que no, como fue mi caso, son casi 24 meses y obviamente me pregunto ¿será para tanto? Y claro, muchos dirán que sí porque te enfrentas a un niño de otro país y se preguntan cómo lo harás con la discriminación y cosas así, pero finalmente todo eso se ve y resuelve paso a paso”.

Actualmente, Renette tiene 12 años y Reonel 8 años, y recién el año pasado superaron las entrevistas del Sename.

“No tengo un informe escrito que diga que por ser soltera fue todo más tedioso, pero creo que esa fue la razón”, analizó.

Discriminación

La profesional dijo con alivio que nunca le ha tocado experimentar hechos de discriminación por alguno de sus hijos y que siempre les ha enseñado que “deben sentirse afortunados porque tienen dos familias en el mundo que los aman”.

A pesar de eso, se calificó como una “leona para protegerlos”. Es más, durante años los matriculó en establecimientos que tenían como funcionarios a un integrante de la familia. Así, cuando Renette ingresó al sistema escolar estuvo en un colegio donde su abuela era la directora, luego cuando ésta se jubiló, se cambió a uno donde su tía era la psicóloga encargada de la convivencia escolar. Recién este año se están desenvolviendo por si mismos en un establecimiento de Recoleta, donde asegura no han tenido ningún problema.

El único episodio se registró en una clase de música de su hija mayor, cuando uno de sus compañeros le dijo que la nota negra era Renette. Denunció el hecho a la dirección y todo se resolvió.

“Los ataques racistas siempre van a existir, es uno de los problemas que se enfrentan cotidianamente en el país, pero, tal como dijeron los jesuitas, hay que mirar a las personas, no sus países”.

Libro

En febrero, Marjorie Infante comenzó a escribir De Haití a Chile: Seis mil kilómetros para ser madre de corazón no solo para contar su experiencia y hablar sobre la migración, sino para “dedicar cada una de mis palabras a mis hijos, un libro que tendrán para siempre. Ese es mi regalo”.

Marjorie Infante
Marjorie Infante

En este quedó plasmada el amor y la contención, ambos claves para sanar sus heridas del pasado y tener hoy la reconfortación de que sus hijos son felices, porque “ha existido formación y cariño, han crecido en un entorno de una familia que los ama y los acompaña en todos los procesos de sus vidas”.

Aseguró que todos los esfuerzos, incertidumbres, fracasos y éxitos, valen la pena porque tiene a su lado a Renette y Reonel.

“Démonos el espacio y abramos nuestra mente sin prejuicios para conocer a estos ‘nuevos chilenos’ y las diferentes culturales que hoy nos entrega nuestro país”, cerró.

El libro está disponible en @trayecto_comunicaciones o directamente en el Instagram de Majorie @marjo.infante.