Para muchas treintañeras, el tiempo de 18 a 24 meses recomendado a menudo entre un embarazo y otro supone un dilema, pues con la edad aumentan los riesgos generales relacionados con la gestación.

Un estudio publicado este lunes en el Journal of American Medical Association (Jama), que se basa en 150.000 embarazos en Canadá desde 2004 hasta 2014, concluye que un intervalo de menos de un año aumenta significativamente el riesgo, independientemente de la edad, pero sugiere que más allá de 12 meses no hay gran diferencia.

“Los embarazos cercanos son un riesgo para las mujeres de todas las edades”, dice la autora principal, Laura Schummers, que es investigadora posdoctoral de la Universidad de British Columbia. Pero “encontramos niveles de riesgo similares entre 12 y 24 meses”.

“La reducción del riesgo es muy baja entre 12 y 18 meses”, agrega.

El intervalo se refiere al tiempo entre el nacimiento de un hijo y la fecha de concepción del siguiente.

Específicamente para las mujeres mayores de 35 años, los embarazos ocurridos 3, 6 o 9 meses después de dar a luz aumentan el riesgo de complicaciones graves para la madre, pero no ocurre lo mismo con las mujeres de 20 a 34 años.

En cuanto al bebé, en cambio, el peligro se incrementó entre las mujeres de todas las edades (nacidos muertos, nacido durante el primer año, peso extremadamente bajo, muy prematuro), pero fue más pronunciado en las mujeres más jóvenes.

Estos eventos son inusuales, con una incidencia de cerca del 2% de los embarazos en la población estudiada.

Cuando el intervalo es de solo seis meses, el riesgo de nacimiento prematuro espontáneo aumenta en un 59% en comparación con un intervalo de 18 meses, observaron los investigadores.

La recomendación oficial en Estados Unidos es esperar al menos 18 meses. La Organización Mundial de la Salud recomienda al menos 24 meses.

“Estos hallazgos deberían tranquilizar especialmente a las mujeres mayores”, escriben los investigadores como conclusión de su trabajo, que apunta a que las madres tenga mejor en cuenta los diferentes riesgos: el de las anomalías genéticas y la infertilidad, que aumenta con edad; y el de aborto involuntario o nacimiento prematuro cuando los embarazos están demasiado juntos.