La artista revela en la presente entrevista cómo empezó su amor por dibujar, pues ahora se dedica a crear historias que conecten con las personas. De paso, menciona los obstáculos que superó y su tenacidad por plasmar su visión artística en el mundo.

Fernanda Frick, tenía claro a los cuatro años lo que quería ser cuando grande, mientras vio por primera vez el Rey León. Desde entonces, menciona a nuestro medio, no quiso hacer otra cosa que tomar un lápiz y dibujar, por pura diversión.

En 1994, debutó la cinta, que cuenta las aventuras de Simba, uno de los clásicos infantiles que todavía es recordado por llevar a la animación a una época dorada. Justo después, en la mente de la pequeña Fernanda tuvo lugar un inesperado sueño: ser dibujante.

Aunque en el último tiempo, su carrera ha tomado vuelo en un formato distinto, los cómics, ha podido publicar Trazos, que relata la historia de Simona, una artista que sufre un fracaso que le hace cuestionar su carrera artística.

Mientras en abril de este año, publicó la novela gráfica de su cortometraje, el multipremiado Here’s the Plan (“Este es el Plan” en español), que cuenta los intentos de Kat y Doug, quienes persiguen su sueño de tener su pastelería propia y que estuvo en la lista para ser nominado a los Premios Óscar en 2017.

Entre las obras que admira, comenta, se encuentra la caricatura Steven Universe, creada por Rebecca Sugar, que cambió la forma de entender que los dibujos animados también pueden expresar emociones difíciles de asimilar a una edad temprana.

De inmediato, la artista de 32 años, recuerda que admira a Hayao Miyazaki, el director de animación, fundador del mítico Studio Ghibli, y que Susurros del Corazón, es una de las películas que más la representan. “Desde niña dibujé y siempre me apasionó, por sobre todo lo demás”, afirma.

En ese sentido, partió aprendiendo con tutoriales, videos que encontraba cuando todavía el conocimiento no estaba en un solo lugar, como ocurre hoy con YouTube.

—¿Cómo fue el momento que quisiste dedicarte a la ilustración?

Desde los 13 años, en esa época, empecé a descubrir las películas de Hayao Miyazaki, de Studio Ghibli. Por casualidades de la vida, me regalaron un DVD del El Viaje de Chihiro y ahí venía el making of, un video de 8 minutos, que mostraba el proceso de hacer la película.

Y ahí estaba Miyazaki y lo mostraban en la rutina diaria, corrigiendo a los animadores, dibujando y también cocinando a la gente del estudio.

Me chocó mucho verlo cocinando a la gente y como que lo vi muy humano, así que pensé que también puedo hacer animación.

—Primero sacaste “Trazos” y el cómic de “Here’s the Plan”, ¿cómo fue el proceso creativo?

Este es el Plan es un libro álbum y es una adaptación del cortometraje. Mientras Trazos, fue mi primera novela gráfica y demoré ocho años. La dejaba botada por largos períodos, porque en ese tiempo estaba haciendo el corto de Here’s the Plan, que fueron dos años muy intensos de pega.

Fernanda Frick Studio| Punk Robot| Estudio Pintamonos

En cambio, el libro de Here’s the Plan, entre que le dieron el visto bueno y pude encontrar editorial al proyecto, pasaron cinco años.

Mi siguiente novela gráfica, Raise the Bar, es una adaptación del proyecto que iba a tener con Netflix pero que cancelaron y como no quería dejar ir esa historia, porque es muy especial para mí, decidí convertirla en libro.

—¿Observas mucho de lo que ocurre en la vida para poder crear?

En el fondo, mis historias se tratan de las ansiedades que estoy pasando en el momento. Mis relatos a veces predicen mi futuro, a veces no, porque son cosas que no me han pasado todavía.

Pero son proyectos muy largos, y no es que no decaiga en medio de ellos, porque definitivamente he estado a punto de abandonarlos varias veces. Y el libro de Here’s the Plan, lo quería sacar justo después del corto en el 2017. Mi idea era empezar a trabajarlo durante ese año. Y no me gané el fondo de cultura, no hubo interesados, entre varias cosas.

Después salió Trazos y ahí se pudo concretar el libro de Here’s the Plan. Al final, terminé de firmar el contrato a principios de 2021, para hacer mi último libro. Entonces lo había dejado ir, pero mi agente literaria me ayudó a retomar el proyecto.

La razón de porqué terminé mis proyectos de largo aliento, es por el apoyo de mi círculo, compuesto por colegas, amigos y colaboradores. A veces mi trabajo es solitario, pero he logrado tener una comunidad que me apoya.

—¿Cómo funciona la industria de la animación en Chile?

Es lento y hay pocos recursos. Pero desde que tuve la experiencia para ir para afuera, empecé a apreciar mucho más lo que hay acá. Los primeros años de mi carrera, visité Estados Unidos y Francia. Antes era muy pesimista de la industria local, sentía que acá no se podía hacer nada.

Pero al ver la realidad en el exterior, me di cuenta que en nuestro país hay libertad. O sea, en Estados Unidos no hay fondos estatales, entonces si quieres hacer algo tuyo, tienes que hacerlo con tu plata. Sin embargo, un estudio grande no te va a dar esa oportunidad. Además es muy difícil, porque si trabajas con un organismo gigante, igual no tendrás libertad creativa.

En general, en Europa hay muchos fondos pero son extremadamente competitivos. Creo que tuve la suerte de poder postular a fondos que me permitieran financiar mis cosas, cuando no había tanta competencia en animación.

Pero aún así, como no es una industria establecida, cuando uno está empezando, es más fácil colarse, porque no hay guardianes, ya que las puertas son tan grandes, que uno puede entrar.

—¿Qué cosas te conmovieron de las películas animadas?

Mi película favorita de Hayao Miyazaki es Susurros del Corazón que es la menos fantasiosa de él. Me interesan las historias cotidianas que exploran los sentimientos humanos.

Para mí, siempre dibujar estuvo ligado a poder expresarme. Desde muy chica también estuvo relacionado con la diversión y luego se transformó en contar historias y hacer que la gente pueda conectar con mi trabajo y así poder conectar conmigo.

A veces, bromeo que uso mi trabajo como terapia. En Trazos era el miedo al fracaso, porque me preguntaba si algún día tendría un fracaso tan grande, que me dieran ganas de querer rendirme. O también me preguntaba si me tocará traicionar mis ideales en mi obra.

—¿Es un tema importante para ti, no traicionarte artísticamente?

No puedo separar las obras que hago, con lo que estoy poniendo en el mundo. Tuve situaciones donde tuve que defender mi obra y tuvo consecuencias. Pero también no me arrepiento.

He logrado ese balance entre perder oportunidades y mantenerme fiel. Pero está bien, puedo vivir con eso. Eventualmente he encontrado maneras para contar lo que quiero. Como no funcionó Raise the Bar en Netflix, ahora estoy tratando de contar esa historia en un libro.

Incluso, creo que es bueno que la serie de Netflix se haya caído, ya que pude tener más tiempo de pulir esta historia. Hubo un tiempo en que estaba muy focalizada en lograr cosas, pues sentía que era de vida o muerte, como me sucedió con ser la primera persona en Chile que le vende una serie a Netflix.

Fernanda Frick Studio

En general, las oportunidades no me llegaban y las buscaba activamente. Entonces a mí me dijeron, que la serie se canceló en abril de 2020 y a los cinco días estaba buscando agente para poder venderlo como libro.

—¿Cuál es la dirección que tomarás en tu carrera?

En este momento estoy abierta a que pasen las cosas, ya entendí que no puedo controlar nada, muchas cosas suceden por suerte. Uno nunca sabe cómo funcionarán los proyectos.

Especialmente en el arte, el problema de tener sueños muy concretos y rígidos es que uno lo empieza a pasar mal en el proceso. Entonces uno deja de disfrutar el proceso de crear por querer lograr metas. Mi cabeza pasa a estar ocupada de querer estrenar el cortometraje o querer publicar un libro, en vez de dibujar e inventar una historia emotiva.

En ese sentido, esa mentalidad no me ayudaba mucho. Ahora entiendo que son procesos, antes decía que quiero trabajar para Disney o DreamWorks pero yo no tengo control sobre eso. Si nunca me contratan por un montón de factores que no puedo controlar, soy latinoamericana y quizás no calzo en esa industria.

Al querer pintar algo hermoso tengo el control del resultado. Salga bien o mal, solo depende de ti, si lo vas a hacer. Aunque no se vuelva viral, uno puede seguir.

Mi foco principal es hacer cosas que existan, mi meta ya no es tener una serie en Netflix, es contar esa historia sea como resulte. Afortunadamente, conseguí una editorial en Estados Unidos y podrá publicarse a nivel masivo. Pero si no lo hubiese hecho, aún así es un logro. Y el gusto es que esa historia puede existir.