La historia de Orestes Lorenzo, es de esas que los Castro preferirían ocultar, como el descontento que por estos tiempos yace en la isla, donde la comida escasea pero las ganas de manifestarse, sobran.

Ocurrió en 1991, cuando un considerado héroe de guerra se hartó de ser el rostro de la revolución cubana, exportada a países como Angola, según consta en la historia contada por Infobae y hasta en publicaciones del Medio Oriente.

Fue a esta última nación africana, que Lorenzo fue enviado a pelear por un conflicto ajeno que no le pertenecía librar, pero que asumió junto a miles de sus compatriotas. Se estima que 2.100 de ellos perdieron la vida apoyando la batalla contra el colonialismo portugués. Fidel denominó dicho apoyo como “La segunda revolución”.

De 1975 a 1991, duró el refuerzo cubano. Una buena parte de este periodo, el piloto Orestes Lorenzo se mantuvo en servicio por orden del comandante Castro. Raul, hermano de Fidel, era el jefe de las Fuerza Armadas para ese entonces.

Al regresar a la isla, Lorenzo traía la espina del descontento. Haber peleado por algo que no era su libertad, lo tenía dándole un giro total al tema revolucionario. Eso, explica la forma en la que decidió alzar el vuelo, poco después de su retorno.

Orestes Lorenzo / Miami Herald

En un avión de guerra ruso, rumbo a EEUU

Si algo sabía el mayor Lorenzo, era surcar los cielos, además de la distancia que había entre Cuba y Florida.

El 20 de marzo de 1991, el piloto decidió acabar abruptamente con su vuelo de entrenamiento. La rutina se convirtió en un viaje que nadie se lo esperaba. La ironía de la historia lo dice casi todo.

Y es que Lorenzo piloteaba un avión ruso cuando decidió dar un giro radical a su vida y desde las alturas.

El MG 23BN se enfiló hacia el norte, sin que nadie lo supiera. El suelo americano lo esperaba para aterrizar, no sin antes surcar los cielos y evadir los radares, tanto de su país como los del destino final.

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La aeronave donada a la revolución cubana desde la URSS, fue conducida de forma magistral, a ras de olas. Esas que hacen la línea imaginaria, pero real, entre Cuba y la USA.

Ningún radar advirtió la pericia celestial que llevaba a Orestes Lorenzo afuera de su isla, dejando atrás todo. Incluso, a su familia.

La ironía del relato se consolida, tomando en cuenta que el mayor no solo conocía la nave soviética que piloteaba. Estuvo en Moscú, en la década de los 80′, lo suficiente para darse cuenta lo que el socialismo representaba.

“El sistema socialista nunca funcionó como nos habían hecho creer, a pesar de que el socialismo de masas se promociona como la mejor forma de gobierno. El nivel de vida era muy pobre. Las condiciones sanitarias y de vida de los ciudadanos de a pie eran atroces. El alcoholismo y la prostitución eran epidemia, y el racismo era sistémico”, dijo años después de su pirueta a la libertad.

¿Qué pasó al aterrizar? Después de la burla a los radares de dos países, y a los Castro, descendió desde el cazabombardero, en la base naval de Boca Chica (cayos en Florida, hizo el saludo militar y alzo ambos brazos al cielo, pidiendo asilo político.

Lo que vino después, fue una exhaustiva forma de averiguar si se trataba de un espía cubano en EEUU.

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“Es un traidor que no merece vivir con ustedes”

Los problemas del piloto Orestes Lorenzo no acabaron con su arribo a suelo estadounidense. Fue ahí que empezaron.

La inteligencia local echó mano de su experticia para interrogar durante largas jornadas a Lorenzo. Debían descartar cualquier indicio de que este se hubiese infiltrado, bajo la figura del cubano que desertó del régimen, cansado de la opresión.

Durante varios meses la situación fue la misma, hasta que consiguió el estatus de refugiado político. No obstante, el mayor cubano comenzó la segunda fase de su plan: armó una intensa campaña en favor de su esposa, María Victoria Rojas, y sus dos hijos, Reyneil y Alejandro, en ese entonces de 11 y 6 años.

No era para menos. Lorenzo sabía al riesgo que los expuso al desertar de la armada cubana. En la isla, era considerado más que un traidor. La mayor preocupación del régimen, según la historia, es que se llevó un avión de guerra soviético a territorio enemigo, además de saber las estrategias aéreas que empleaba Cuba en cielo ajeno.

“Le decían a mi mujer: ‘Usted nunca volverá a ver a su marido y los niños no verán al padre porque es un traidor que no merece vivir con ustedes’”. Pero, Orestes Lorenzo ganó notoriedad en su país de acogida y más allá de este.

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La visita del presidente chileno Patricio Aylwin a Lorenzo

En 1992, al siguiente año de que Lorenzo huyera de Cuba, a bordo de un avión soviético, su notoriedad ya era grande, incluso a nivel internacional.

El objetivo nuevo era sacar a su esposa e hijos de la isla. El acoso contra la mujer no cesaba.

“El ministro dice que si Lorenzo tuvo los cojones para llevarse un avión, que los tenga también para venirte a buscar”. Fueron las palabras de Raul Castro, que un alto mando militar le trasladó a Victoria, esposa del “traidor”.

Ante el acecho a su familia, el piloto decidió viajar a España, aprovechando la II Cumbre Iberoamericana.

Se encadenó en el parque de Madrid, Retiro y, durante ocho días, libró una huelga de hambre para pedir ayuda internacional con el fin de sacar de Cuba a sus seres queridos.

Fue un llamado de atención enorme, al punto en que Lorenzo recibió visitas de alto nivel, entre estas, la de la Reina Sofía y del entonces presidente de Chile, Patricio Aylwin.

La idea era que, con la presencia de Fidel Castro, el resto intercediera por los Lorenzo. Sin embargo, Cuba no cedió un ápice en su respuesta al piloto, quien se vio obligado a realizar otra pericia que dejaría atónitos a todos.

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“Que tenga los cojones de venirte a buscar”: los tuvo

Luego de publicar en The New York Times una carta para Fidel, en la que ofrecía regresar a la isla y someterse a juicio, Lorenzo no tuvo respuesta. Inició la fase de su plan de rescate.

Como no tenía licencia para pilotear en EEUU, se sometió a un curso especial. Después de todo, ya sabía volar cazabombarderos soviéticos. La siguiente misión era la más importante de su vida.

Con la licencia en mano, y aprovechando que dos amigas regresaban a Cuba, envió un mensaje en clave a su mujer. Debía esperarlo, con los niños, en Varadero, a 130 kilómetros de La Habana.

Lorenzo arrendó una avioneta Cessna por más de 30 mil dólares (casi 23 millones de pesos chilenos) y se dispuso a atender la invitación que Raul Castro le hizo llegar a su mujer “Que tenga los cojones de venirte a buscar”.

Granma / Cuba

Aprovechando que era sábado y que a las 15:00 hrs no habían entrenamientos aéreos de sus antiguos compañeros de la Fuerza Aérea cubana, voló a ras de ola, para no ser detectado, dentro de los 150 kilómetros de distancia entre Florida y la isla.

Arribó a Varadero. Su esposa e hijos caminaban por la playa como turistas, escucharon el Cessna y en cuestión de segundos lo vieron estacionado. Era Orestes, quien no contaba con la presencia de un autobús de turistas que presenciaron asombrados la escena.

Corrieron hacia la avioneta, el niño de 6 años perdió uno de sus zapatos. No fue nada. Iban corriendo a la libertad.

“Cuando Vicky apareció en la puerta, traía una cara entre el terror y la felicidad de verme. Quería tocarme, abrazarme y yo le rogaba ‘No me toques, no me hables’. Los niños también me llamaban ‘¡Papito!’ Concentrado en la operación, yo sólo atinaba a decirles: ¡Pa’ trás! ¡Pa’ trás”.

Tenía un minuto para subirlos y alzar el vuelo. Los aviones cubanos podían llegar al detectar la avioneta enemiga. Pero, un imprevisto impedía huir: ¡la puerta se había atascado!

Un intento, dos, tres, hasta cinco… Nada. Golpe, tras golpe, no había forma de hacerla cerrar. De pronto, la calma condujo a Orestes a intentarlo con extrema suavidad. Calzó de inmediato.

El siguiente paso de la misión era volar, de nuevo, a ras de las olas de su mar caribe, el cual dejaba atrás por segunda ocasión, en franca burla a la revolución. Por mínimo, cualquier incidente, como el de la puerta, podía significar la captura de todos o la muerte segura.

A 3 metros del mar, Orestes Lorenzo piloteó y piloteó, evadiendo, por segunda ocasión, los radares cubanos. Había dejado dicho a sus conocidos en Florida que, si en dos horas no regresaba, lo dieran por muerto. No fue necesario: “¡Me los llevé…! ¡Me los llevé!”, repetía una y otra vez, antes de aterrizar en Cayo Marathon. Llegó más vivo que nunca con su mujer y sus dos hijos.

Han pasado 30 años desde que burló, no solo al destino, sino, al regimen castrista.

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Junto a “Vicky”, son asentados comerciantes inmobiliarios en Florida. Tuvieron un tercer hijo que ya cumplió 27 años.

“Díganle a Raúl Castro que le he tomado la palabra y he ido personalmente a recoger a mi familia”, reveló un aliviado Orestes a la prensa en Estados Unidos. Después de todo, atendió la invitación del hermano de Fidel, quien no tuvo tiempo de ofrecerle la “recepción” que deseaba, contra el piloto que los burló dos veces.

comillas
“Fidel Castro acaba de morir y no siento regocijo especial por ello. Sólo la triste memoria de un período humillante en la historia cubana. Su muerte no marca el final de una era ni el comienzo de otra. Será la conciencia colectiva de los cubanos quien lo hará. Consumido por el poder, vivió siempre bajo el miedo y la desconfianza. Le sobraron adulones, pero jamás tuvo un amigo real. Nunca conoció la felicidad. Fue, en sí, la primera víctima de su monstruosidad”.
- Orestes Lorenzo: piloto cubano que burló 2 veces a los Castro