Este jueves fue el último día de vida de Geoff Whaley, un británico de 80 años que luchó con una enfermedad no revelada que afectó sus neuronas motoras.

Por la legislación inglesa, el anciano decidió viajar a Suiza para obtener la eutanasia y no enfrentar las últimas dolorosas semanas de vida.

Minutos antes de morir, publicó una emotiva carta en la que emplazó a los parlamentarios.

“Quiero inculcarles la angustia que yo y mi familia hemos experimentado, no debido a esta terrible enfermedad, sino a la ley contra la muerte asistida en este país”, escribió.

La enfermedad lo dejó sin la posibilidad de ser autovalente, por lo que Geoff tomó la difícil decisión de morir lejos de su hogar. Su esposa lo apoyó.

El hombre, oriundo de la ciudad Buckinghamshire, y que fue diagnosticado hace dos años con este padecimiento, falleció tranquilamente en los brazos de su esposa Ann, luego de una larga lucha, según informa el diario inglés Daily Mail.

Daily Mail
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No obstante, antes de obtener el visto bueno en Suiza, la pareja debió enfrentar un serio prodecimiento policial. Y es que una llamada anónima alertó a las autoridades de que la compañera de vida de Geoff lo estaba ayudando a concretar un suicidio, lo que es penado hasta con 14 años de cárcel si tuviera lugar en Reino Unido.

La mujer fue citada por la policía para entregar detalles, situación que, aseguró en su carta, destruyó todo lo que habían estado preparando. No se trató sólo de eso, pues además estuvieron yendo a su casa constantemente para asegurarse de que la muerte asistida no se concretara.

Por esto, el abuelo de cuatro nietos contó que sus últimas horas de vida habían sido “destruidas por las visitas de los servicios sociales y la policía”. “Ninguna familia debería tener que soportar el tormento que hemos sufrido en las últimas semanas”, escribió.

Finalmente, logró el visto bueno para realizar el procedimiento y viajó hasta la ciudad de Zurich, Suiza, donde acudió hasta la clínica Dignitas. En ese lugar, por un costo de 10.000 libras esterlinas (mas de 8 millones de pesos), dio sus últimos respiros. Con eso, afirmó, se quitó un peso de encima.

El octagenario, que antes de morir cenó en la ciudad con toda su familia reunida, también dejó otras cartas privadas para sus cuatro nietos y sus dos hijos adoptados.

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