Zhanggong Zushi fue un médico budista chino que murió en 1155 y su cuerpo fue momificado. Años más tarde, fue guardado dentro de una figura de oro que muestra a Buda sonriente. Por años, esta imagen fue venerada en los poblados chinos de Yangchun y Dong Pu, pero hace más de cuatro décadas desapareció del lugar y generó una polémica internacional.

Resulta que los lugareños encontraron una figura similar en Holanda, la que fue sometida a una tomografía computerizada que en 2014 dio como resultado que sí se trataba de la momia perdida. Desde ese momento, los chinos pidieron una devolución a través de una demanda en tribunales de Ámsterdam.

Sin embargo, el pasado miércoles la justicia declaró inadmisible el caso, argumentando que los pobladores chinos no tienen la personalidad jurídica para exigir la devolución.

Daily Mail
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Según detalla el medio español ABC, los habitantes de Yangchun y Dong Pu indicaron que la escultura fue robada desde su lugar de origen y, porteriormente, fue comprada por un holandés llamado Oscar van Overeem en 40.000 euros (31 millones de pesos), quien luego la donó para ser exhibida en museos de Drenthe, Ámsterdam (Países Bajos) y Budapest (Hungría).

De acuerdo al diario El País, Van Overeem inicialmente habría aceptado devolver la pieza a los lugareños, pero los desacuerdos en la negociación frenaron la iniciativa.

Al parecer, el coleccionista pidió el pago de sumas de dinero que el pueblo no podía solventar y también exigía que la escultura fuera exhibida lejos de su templo original.

Por otra parte, Van Overeem argumentó que en los últimos años tuvo dudas respecto a la originalidad de la figura, expresando que la que él poseía no era realmente la que los chinos demandaban.

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“Me dijeron que la estatua desparecida tenía un agujero en la mano izquierda, entre los dedos índice y pulgar. Tan grande que cabía otro dedo dentro. El cuello, por otra parte, debía estar roto, y no era así en la que yo compré”, expresó en esa oportunidad a los medios.

Finalmente, el holandés declaró sentirse “acosado” por la repercusión que tuvo este caso en los medios de su país, por lo que decidió, en 2015, venderla en el mismo valor a un comerciante chino, que no está identificado.

Desde ahora, el caso está siendo visto por los tribunales chinos, ante los cuales los habitantes de los dos pueblos han apelado. Por el momento, todo depende también de la voluntad del nuevo comprador.