Aglomeraciones diarias en La Vega, fiesta masiva en Maipú, traslados a balnearios, filas en supermercado o malls, son solo algunos ejemplos que han impactado fuertemente a la sociedad que, en su mayoría ha logrado entender la grave pandemia que está viviendo el país.

“Estaríamos frente a un grupo de personas que debiéramos catalogar como ‘Asintomáticos Sociales’, es decir, un grupo de personas que insiste en hacer todo lo contrario a lo que ha decretado o instruido por la autoridad”, asegura el psicólogo y director de ONG Mente Sana, Francisco Flores, quien añade que una característica principal es que no tienen conductas o virtudes comunitarias asociadas.

Y, aunque cueste creer, “estas conductas no son posible de explicarlas en términos racionales, ya que paradojalmente, no siempre actuamos persiguiendo nuestro propio bienestar”, explica el experto.

Lo paradojal, agrega el psicólogo, es que “mientras más se preste atención a las medidas de prevención y se tiene mayor conciencia del riesgo, más angustia se puede originar, aumentando en algunas personas las conductas de pánico o fuga”.

Las primeras, por ejemplo, las observamos en las compras compulsivas, adquiriendo más de lo que necesitamos. “Como no tenemos control en general, lo ejercemos ahí donde podemos: nuestro hogar y rutinas”, explica.

“Es como si el peligro temido necesitará prevenciones especiales, dramáticas. Y medidas tan sencillas, como lavarse las manos, usar mascarillas y respetar la distancia social no fueran proporcionales. Por eso el papel higiénico, es la compra desmedida típica: algo barato, que podemos almacenar y sabemos que tarde o temprano usaremos”, acota el especialista.

Respecto a las conductas de fuga, estas consisten en renegar la realidad, “un colocarla entre paréntesis o bloquearla. Justamente como una manera de diluir una angustia intolerable. Y por eso se ven tantas personas actuando como si el riesgo no existiera o solo existiera para otros”.

Contagiar una visión positiva

Pedir a la gente que mantenga la calma puede “resultar irrelevante”, explica el director de ONG Mente Sana. Y, agrega, “autoridades, líderes y comunicadores sociales tienen una responsabilidad ineludible. Es necesaria en forma sostenida la compostura, sobriedad, renunciar al exceso en el lenguaje, virtudes que resultan fundamentales proteger”.

Por ello, se debe aumentar el “contagiar” pensamientos positivos, viendo a la comunidad como un todo, incluida las autoridades, pudiendo influir positivamente como un todo.

Finalmente, las personas pueden ayudarse a tolerar la angustia de la situación actual, estableciendo rutinas y limitar la ansiedad del confinamiento forzoso. Lo primero mediante horarios o rutinas que distribuya en forma ordenada el trabajo y el ocio. La importancia de la rutina es convertir el futuro en algo más predecible.

Respecto de la ansiedad por el aislamiento, el hacer videollamadas o llamadas regulares tanto con la familia como con amistades. A veces juntas, otras por separado. Una pérdida sostenida del contacto físico puede producir un efecto de desensibilización emotiva, de soledad relacional, y fragilidad psicológica.