La palabra "volunturismo" viene de la fusión entre "turismo" y "voluntariado". Se trata de una práctica ampliamente extendida y que ha enfrentado duras críticas en el último tiempo.

En 2014, la joven Pippa Biddle tuvo una epifanía. Después de seis años haciendo turismo de voluntariado en países subdesarrollados, también conocido como volunturismo, se dio cuenta de que su presencia en dichos lugares no era realmente la bendición que ONGs, documentales y programas de servicio le habían enseñado que era.

En una publicación de su blog, Biddle se refirió, entre otras cosas, a la vez que hizo un viaje a Tanzania con una docena de compañeras de su secundaria. El objetivo: construir una biblioteca en una pequeña comunidad local.

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“Resulta que nosotras, un grupo de estudiantes de un internado privado, éramos tan malas en los trabajos de construcción más básicos que cada noche tenían que quitar los ladrillos que habíamos colocado y reconstruir la estructura. Esto, para que cuando despertáramos por la mañana, no nos diéramos cuenta de nuestro fracaso”, contó la mujer de ahora 31 años.

Su publicación tuvo millones de visitas, haciendo que muchas personas comenzaran a cuestionarse la cantidad de voluntarios no cualificados que se la pasan haciendo trabajos caritativos en el sur global.

“Lamentablemente, participar en ayuda internacional donde no eres particularmente útil no es benigno. Es perjudicial”, aseguró. ¿En qué consiste específicamente el volunturismo y por qué es criticado?

Volunturismo: ¿una mirada de corto plazo a problemas complejos?

El volunturismo ha experimentado un crecimiento significativo, especialmente entre los jóvenes occidentales que buscan experiencias auténticas y significativas durante sus viajes. Organizaciones sin fines de lucro, agencias de viajes y plataformas en línea han capitalizado esta tendencia, ofreciendo una amplia gama de programas que van desde la enseñanza en escuelas rurales hasta la construcción de viviendas en comunidades empobrecidas.

Uno de sus principales problemas, según los críticos, radica en la naturaleza a corto plazo de muchos de estos proyectos. Un artículo del periodista y escritor argentino, Martín Caparrós, para El País explica que “el volunturismo no es irse un año a trabajar a un hospital en Bangladés; es engancharse a un viaje organizado para pasarse dos o tres semanas cuidando niños de un orfanato en Nepal o cavando pozos en Haití”.

“Hasta hace poco, para ir de voluntario al Tercer Mundo había que contactar alguna ONG que examinaba a los candidatos y les exigía permanencia; ahora hay agencias especializadas que te venden la experiencia —customizable al gusto del cliente— en tres o cuatro clics”, agregó. Lo cierto es que muchas de estas agencias priorizan las necesidades de los voluntarios, vendiendo una experiencia “gratificante” y de crecimiento personal, por sobre los problemas reales de las localidades.

En pocas palabras, la falta de capacitación y supervisión adecuadas puede llevar a actividades mal planificadas o incluso perjudiciales.

Worldpackers, comunidad global de viajeros que aboca por el “turismo consciente” y “slow travel”, explicó que “las comunidades que participan en estos procesos con voluntarios implican siglos de abandono estatal, corrupción, desigualdades y enfrentamiento de creencias que no se solucionan solo con la llegada de algunos extranjeros con buenas intenciones”.

Voluntarios no capacitados en tareas complejas

El volunturismo, a pesar de que nace muchas veces con la intención loable de ayudar a comunidades necesitadas mientras se experimenta la cultura local, ha sido objeto de cuestionamientos en cuanto a la eficacia de los trabajos que se realizan.

Por ejemplo, Biddle señaló que, en su caso, probablemente habría sido más rentable, estimulante de la economía local y eficiente para el orfanato, haber tomado su dinero y contratar a lugareños para hacer el trabajo. “Pero ahí estábamos nosotras, tratando de construir paredes rectas sin un nivel”, se lamentó.

“No soy un maestro, un médico, un carpintero, un científico, un ingeniero o cualquier otro profesional que pueda brindar apoyo concreto y soluciones a largo plazo a las comunidades de los países en desarrollo”, señaló.

Según da a conocer un artículo escrito por la periodista estadounidense ganadora del premio Pulitzer, Tina Rosenberg, para The Guardian, las casas en Honduras construidas por “volunturistas” costaron $30,000 cada una, incluyendo el pasaje aéreo, mientras que las organizaciones cristianas locales podrían construirlas por $2,000. Si los voluntarios hubieran contribuido con dinero en lugar de trabajo, se podrían haber construido 15 veces más casas.

El impacto del voluntursimo en los niños

Otra arista que ha cobrado relevancia en la discusión es cuando el volunturismo implica trabajo con niños en situación vulnerable. Por ejemplo, cuando se forman lazos emocionales entre ellos y los voluntarios. Al cabo de un par de semanas, estos volverán a su lugar de origen, cortando con la posibilidad de generar un verdadero apego afectivo con figuras presentes de forma más permanente.

“Uno de los destinos más habituales de los volunturistas son los orfanatos: cuidar huérfanos pobres es sin duda una aventura meritoria. Para lo cual se necesitan más y más orfanatos”, explicó Caparrós.

En Camboya, se reportó hace unos años un aumento en la demanda de niños desde los orfanatos. “La mayoría no son huérfanos, pero proceden de familias pobres”, consignó El Diario. El objetivo era atraer voluntarios que buscan sentirse realizados a través de este tipo de tareas, creando así una industria en la que la pobreza de los niños se convierte en una suerte de atracción turística.

Tampoco se deja de mencionar en el debate que, a menudo, se toman fotografías sin consentimiento de los niños en estas localidades, las cuales suelen ser compartidas sin escrúpulos en redes sociales.

No todo es negativo: el valor del voluntariado cuando se hace bien

Si bien el voluntariado combinado con el turismo presenta desafíos significativos, también puede ser una fuerza positiva para el cambio cuando se practica de manera responsable y sostenible. Esto requiere un enfoque holístico que reconozca la complejidad de los problemas sociales y económicos que enfrentan las comunidades receptoras.

“No cabe duda de que algunos programas de voluntariado quitan trabajos a los lugareños y lo sustituyen con trabajo menos cualificado”, explicó Shannon O’Donnell, autora de The Volunteer Traveler’s Handbook a National Geographic, pero agregó que muchos programas de voluntariado contratan a residentes para otras funciones más simples. Por ejemplo, la ONG Nukoko en Ghana apuesta por un enfoque más sostenible de voluntariados.

“Antes de inscribirte en un viaje de voluntariado a cualquier parte del mundo, considera si posees las habilidades necesarias para que ese viaje sea un éxito. Si es así, fantástico. Si no, quizás sea una buena idea reconsiderar tu viaje”, sostuvo Biddle.

“Esfuérzate por estar informado y ser culturalmente consciente. Solo a través de la comprensión de los problemas que enfrentan las comunidades y el desarrollo continuo de habilidades dentro de esa comunidad se podrán crear soluciones a largo plazo”, concluyó.