Estudios recientes sostienen que sí existe relación entre la salud de los intestinos (flora intestinal) y los estados mentales en las personas. Si bien hay avances, todo es aún preliminar.

Hace más de 2.500 años Hipocrates declaró: “Toda enfermedad comienza en el intestino”. Esta reflexión podría tener bastante sentido en nuestros días, luego que investigaciones relacionaran la depresión con problemas intestinales.

Fue en 2020 cuando la psiquiatra española Amanda Rodríguez Urrutia comenzó a investigar el vínculo que podía existir entre trastornos mentales con el estado de la microbioma (microorganismos presentes en el intestino).

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En ese entonces detalló al diario La Vanguardia que todo parte con la premisa que estas bacterias juegan un rol importante en lo que es la comunicación entre intestinos y cerebro.

Se genera de esta forma una especie de eje entre sistema nervioso central y el sistema digestivo, donde las alteraciones en uno pueden afectar al otro, de manera directa.

“La ingesta de un determinado alimento puede impactar directamente y generar un determinado tipo de estado emocional a través de esas vías intestino-cerebrales; y al revés, un estado emocional alterado puede provocar daño en el sistema gastrointestinal generando cierta patología”, sostiene.

Ese mismo año la revista Nature publicó un estudio a gran escala para analizar este fenómeno. Este comparaba la composición de la microbiota intestinal con el estado anímico de 1.000 personas.

Preliminarmente, se indicó que aquellas personas que presentaban una salud mental más afectada tenían, precisamente, un desequilibrio mayor en la microbiota intestinal, generalmente a raíz de una mala dieta.

Depresión y problemas intestinales ¿Cómo se relacionan?

Si bien la investigación de Nature aún es muy preliminar, se indica que bacterias del intestino son claves en la síntesis de glutamato, butirato, serotonina y ácido gamma aminobutírico; neurotransmisores que inciden en la depresión.

De esta forma se desglosa que, de acuerdo a estudios preliminares, el glutamato es importante en la fase de excitación en las personas, ante cualquier fenómeno, mientras que el butirato puede actuar como antidepresivo.

Asimismo, la serotonina es conocida como la “hormona de la felicidad”, ya que en niveles altos puede generar sensaciones amplias de bienestar, relajación, satisfacción y autoestima alta.

Por el contrario, detalla el Instituto del Cáncer en Estados Unidos, una baja concentración del neurotransmisor antes mencionado puede resultar en índices mayores de angustia e infelicidad prolongada en el tiempo.

Un estudio desarrollado con ratones en Estados Unidos, denominado El eje intestino-cerebro: interacciones entre la microbiota entérica, los sistemas nerviosos central y entérico, detalla que la parte del cerebro que recibe toda esta respuesta de los intestinos es el nervio vago.

Depresión y problemas intestinales
Wikimedia Commons

“El nervio vago constituye una de las principales vías para transmitir la información desde la microbiota al sistema nervioso central. En este sentido, la administración a ratones de Lactobacillus rhamnosus (bacteria intestinal) favorecía la transcripción de ácido γ-aminobutírico (GABA), lo que se tradujo en una modificación de su comportamiento dependiendo de la integridad vagal (estado del nervio)”, indicaron.

Todo lo anterior puede ser un buen punto de partida, según detalla la psiquiatra española Amanda Rodríguez Urrutia, en el objetivo de seguir reforzando la idea que la dieta, y una buena salud intestinal, sí influyen en temas como depresión o angustia.

“Es cierto que cada vez hay más datos en la literatura científica que nos llevan a conocer más el impacto de la microbiota en la salud mental, pero todavía hay mucho camino por recorrer”, indicó.

“Los psiquiatras hemos estado demasiado centrados en el cerebro. No suele ser habitual que un psiquiatra pregunte por la dieta de sus pacientes o si tiene molestias gastrointestinales, por ejemplo”, concluyó.

Hay que señalar que la última Encuesta Nacional de Salud determinó que cerca de un 6.2% de la población en Chile padece un cuadro de depresión.

En este sentido, un 10% de las mujeres manifestó estar bajo tratamiento contra este trastorno, mientras que un 2% de los hombres aseguró estar en la misma etapa.