La afección se trata de un tipo de cáncer que afecta a los músculos blandos del cuerpo, tal como el útero. Sin embargo, es poco común, por lo que es difícil detectarlo.

Kelly Pendry de 42 años de Ewloe, Flintshire, Reino Unido, fue madre por segunda vez en el 2016 y tras dar a luz comenzó a tener periodos menstruales donde el sangrado era muy abundante, además de doloroso.

Cuando acudió a consultar con un médico sobre qué ocurría, este atribuyó el síntoma a que su cuerpo aún se estaba adaptando luego de haber sido madre, según relató la mujer a la BBC.

El tratamiento que le recomendaron fue utilizar pastillas anticonceptivas o un DIU para intentar controlar su periodo, inclusive le recetaron antidepresivos en otra ocasión, pero nada daba resultado.

“Algunos días estaba doblada de dolor. Los días que no estaba sangrando eran menos que los que sí lo estaba. Aumentaba de peso sin explicación. Tenía el abdomen muy, muy hinchado“, describió Kelly al medio.

Tras la pandemia, la mujer volvió por un chequeo médico el 2020, luego de que la examinara su doctor descubrió bultos en la zona inflamada. “¿Cómo lo estás llevando?”, le habría consultado el experto, “No lo hago”, le respondió Pendry.

Recién ahí se le detectaron fibromas benignos, pero no pudo seguir el tratamiento, las consultas médicas ni ser intervenida debido a la emergencia sanitaria mundial.

El cáncer avanzó velozmente y en junio del 2021 Kelly ya sangraba todos los días, mientras la inflamación de su abdomen la hacía “parecer una mujer embarazada de nueve meses”, describió.

Siete meses más tarde, luego de una biopsia de pulmón, la mujer británica y madre de dos niños, recién fue diagnosticada con leiomiosarcoma. Sin embargo, ya era muy tarde, pues la patología se encontraba en etapa cuatro y terminal. “Una enfermera me dijo que no hiciera planes para Navidad”, le habrían dicho.

El leiomiosarcoma, de acuerdo al Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU, es un tipo de tumor canceroso maligno que se desarrolla en los músculos lisos del cuerpo, por ejemplo, en el abdomen, pelvis o útero, tal como le ocurrió a Kelly Pendry.

Gracias a la quimioterapia, la mujer ha podido prolongar su vida, sin embargo, le aseguraron que al estar tan avanzado no puede someterse a cirugía.