Así como el estrés diario y la ansiedad pueden desencadenar un problema de tensión mandibular, la ansiedad también puede provocarnos inflamación de las encías.

El sangrado prolongado de las encías y la inflamación constante del tejido que garantiza la sujeción de nuestros dientes puede acabar produciéndonos un cuadro de gingivitis que, de no ser correctamente tratado, puede terminar a su vez en una periodontitis, una enfermedad bucodental muy seria.

Se ha demostrado que existe una relación directa entre el estrés emocional y la enfermedad periodontal. Cuando estamos sometidos a muchas preocupaciones y a un ritmo laboral muy elevado, nuestro organismo reacciona produciendo más cantidad de hormonas asociadas al estrés como es el caso del cortisol, según un estudio de la Universidad de Tufts.

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Si bien el cortisol es una hormona con efectos antiinflamatorios, cuando se produce periféricamente en las encías, tiene la capacidad de estimular a los mastocitos (las células óseas presentes en los dientes) para que produzcan más proteínas, lo que aumenta la inflamación y, por lo tanto, incrementa el avance de la enfermedad gingival.

El bruxismo por otro lado, también está relacionado a estos trastornos, por lo que las encías pueden retraerse lo que las vuelve más propensas a acumular placa y, por ende, a inflamarse.

¿Cómo evitar la inflamación?

En el caso de la gingivitis, esta es causada principalmente por una higiene bucal deficiente que favorece la formación de placa en los dientes, generando inflamación del tejido de las encías que los rodean.

Sin embargo, como se dijo anteriormente, el estrés y la ansiedad podrían ser causa suficiente para generar una inflamación de encías, mal aliento, sangramiento y mayor sensibilidad, según detalla el sitio de la Clínica Mayo.

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No obstante, la gingivitis es la respuesta inflamatoria de nuestras encías ante la presencia de bacterias, por lo que, si no se elimina la placa bacteriana a través de una buena rutina de cepillado complementada con el uso del hilo dental, el enrojecimiento, la inflamación y el sangrado irán a más llegando a producir pequeños espacios entre el diente y la encía.

En este caso, lo más recomendable es cepillarnos tres veces al día con una pasta rica en flúor y utilizar la seda dental para eliminar la placa que queda entre los dientes.

Aunque también es conveniente que al menos cada seis meses visitemos al dentista para que revise el estado de las encías y considere si es necesario realizar una limpieza.

En el caso del bruxismo, ocasionado también por el estrés, lo primero es tratarlo con un psicólogo y psiquiatra, para poder encontrar la causa de dicho estrés y posteriormente un dentista, que ayudará a disminuir el daño de los dientes.

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Si bien el bruxismo no requiere un tratamiento, si el problema es grave, las opciones comprenden ciertos medicamentos, enfoques y tratamientos odontológicos para evitar que se sigan dañando los dientes y aliviar el dolor o malestar mandibular, según aclaran en Clínica Mayo.

Una vez que descubres que tienes bruxismo, puedes modificar ese comportamiento practicando la posición correcta de la boca y de la mandíbula y pedirle al dentista que te enseñe cuál es la mejor posición de la boca y de la mandíbula.

Otras formas en las que se presenta el estrés en la boca

El estrés también es la segunda causa de caries dental después de la acumulación de placa bacteriana. Esto se debe a que con el estrés aumenta la acidez de la saliva atacando al esmalte de los dientes, la capa natural que los protege.

Del mismo modo, las aftas y herpes labiales también son frecuentes a personas sometidas a estrés, y es que, en el caso de los herpes, son producidos por un virus que habita en los nervios faciales y se reproduce en momentos en los que el organismo tiene menos defensas, como son los periodos de estrés. También las boqueras en niños con estrés, quienes humedecen inconscientemente los labios empeorando la lesión.

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Para evitar la anterior, se recomienda también las visitas periódicas al dentista, una dieta equilibrada evitando el consumo de azúcar y carbohidratos, así como también algunos frutos secos y productos lácteos.

Otro punto importante es que no todas las pastas y cepillos sirven para todas las personas, ya que hay que utilizar los que mejor se adapten a las características de la boca. Por ejemplo, si tienes una sensibilidad elevada, hay que utilizar productos especiales para combatirla.