Con su limpieza, eficiencia y seguridad, el Metro de Santiago ha sido durante mucho tiempo una fuente de orgullo para Chile. Sin embargo, en los últimos años, especialmente desde el estallido social, hemos visto un preocupante deterioro en la seguridad y mantención.

No podemos acostumbrarnos a esta situación. Hemos pasado de tener una experiencia de viaje de clase mundial a una administración que pareciera evolucionar hacia una meramente funcional de la infraestructura, siendo lo más alarmante el deterioro en materia de seguridad.

Desafortunadamente, las incivilidades se han convertido en parte de la cotidianidad en el Metro. Los rayados, el comercio ambulante y la música a todo volumen son sólo algunos ejemplos de la falta de respeto hacia los demás pasajeros y el espacio público. Algo que a su vez debilita el sentido de comunidad y respeto mutuo que se construye en estos espacios públicos.

La presencia de control y servicio al interior de las estaciones y vagones ha disminuido significativamente, lo que nos hace sentir más vulnerables a situaciones peligrosas. Un ejemplo claro es lo ocurrido en un carro con falla mecánica, donde la debilidad en los procedimientos de seguridad permitió que personas subieran y se transportaran entre dos estaciones con una de las puertas abiertas, algo que solo viene a mostrar un problema más en procedimientos básicos de seguridad.

El Metro de Santiago es más que un medio de transporte, es un espacio educativo para fortalecer la convivencia, el orgullo y la civilidad. Su funcionamiento y seguridad son fundamentales para la construcción de una ciudad más justa. Algo que solemos olvidar al momento de hablar de seguridad pública.

Es esencial prestar atención a la seguridad en el Metro y tomar medidas de manera urgente para controlar las incivilidades y mejorar la calidad de los servicios que se ofrecen. El Metro de Santiago no puede permitirse seguir deteriorándose, debemos recordar que es un espacio de clase mundial y tratarlo como tal. No podemos acostumbrarnos ni menos seguir postergando la debida preocupación por el espacio público.

¿Qué pasa, tío Metro, con tu servicio y estándar de clase mundial? Es hora de tomar medidas y hacer que nuestro orgullo como chilenos vuelva a brillar en el Metro.

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