La lectura busca gatillar un proceso de pensamiento crítico, informar para luego analizar, debatir y generar consciencia entre niños y jóvenes en desarrollo; además, las tendencias sobre qué leer van cambiando y son una respuesta a los estímulos del entorno.

En el Mes del Libro, vale la pena analizar que la lectura predilecta entre el público estudiantil chileno se concentra en la emergencia climática, las migraciones y la violencia.

Las lecturas son elegidas para informarse, contrastar realidades y nutrir la mirada de niños y jóvenes, para que desarrollen su espíritu crítico y se formen una opinión. No obstante, advertimos que aún hay sectores que no abordan temáticas por evidentes o necesarias que sean, por lo que cuesta incluir lecturas que traten de abuso, derechos humanos, orientación sexual e identidad de género, entre otros tópicos tan relevantes para nuestra sociedad.

Durante la etapa escolar no solo es importante entregar contenidos académicos concretos como los ligados a matemáticas, ciencias, historia y conocimientos técnicos del lenguaje, sino también educar en aspectos sociales, forjando un espíritu de consciencia que enseñe a considerar contextos y culturas diferentes; todo, con el objetivo de enriquecer la mirada analítica y comprensiva del futuro adulto.

Nuestra sociedad está viviendo una transición, marcada también por los efectos colaterales de la pandemia. Leer sobre estos temas ayuda a procesar internamente las propias emociones y conclusiones respecto de cómo estas situaciones afectan a cada niño y su entorno.

La lectura es una poderosa herramienta y por ello, es el momento de abrir los espacios, de generar puentes de encuentro entre la maravillosa y mágica posibilidad que genera la literatura.

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