Mientras usted lee estas líneas, hay un hombre agonizando en el centro de Concepción.

Se llama Luis. Aunque parece tener unos 30 años, quizá tenga menos. Vivir en la calle te envejece rápido y puede matarte con todavía más premura.

No hay claridad respecto de qué le ocurrió. Conversando con quienes trabajan en la intersección de las calles Aníbal Pinto con O’Higgins -a pasos de la plaza Independencia- surgen distintas versiones. Unos dicen que lo apuñalaron. Otros, que tiene cáncer y se le infectó un tumor. Alguien asegura que él mismo le habría contado que, al hacer fuerzas, se le abrió una antigua herida.

Sólo se sabe con certeza que se llama Luis y que ahora mismo se está muriendo sobre un colchón que alguien caritativo le regaló hace unos días, para que al menos no se muriera tendido sobre el pavimento.

Su herida alcanzó tal nivel de infección que ya tiene necrosis. A diario se descubría la parte superior del cuerpo para intentar limpiarse la carne él mismo. Ya ni para eso tiene fuerzas.

– Cada día lo veo más pálido -cuenta con preocupación un conserje cercano- ahora no se levanta.

Hombre en situación de calle agoniza por herida en Concepción
Christian Leal | BBCL

Sí. Desde luego llamaron al SAMU. Una ambulancia llegó en dos oportunidades al lugar. Incluso un médico bajó de su consulta a intentar tratarlo, pero Luis se resiste a ser trasladado. No quiere irse. Pasó años en las escalinatas del que fuera el colegio Inmaculada Concepción, recibiendo monedas por lavar autos. Allí encontró la compañía de otros menesterosos, con quienes se reía escandalosamente mientras compartía cervezas y escuchaban música en un parlante con Bluetooth. Más de alguna vez debo haberlo mirado con la irritación de a quien le arruinan el paisaje.

Amigo -le hablo mientras me ladra el perro que duerme a sus pies, velándolo- me dijeron que está herido. ¿Cómo lo podemos ayudar? ¿Quiere que llame una ambulancia?

Luis baja parte de la colcha sucia que lo cubre completamente para protegerlo de los 14º grados matinales y me mira con ojos lívidos. En realidad luce muy mal.

– No -responde tajante- necesito apósitos. Que me traigan apósitos.
– Pero su herida está mal. ¿Dónde lo hirieron?
– En la guata. Pero me limpio yo solo. Tráiganme apósitos.

Su determinación es final. Vuelve a taparse completamente con la frazada.

En nuestro país, los derechos del paciente promulgados en 2012 establecen que nadie puede recibir tratamiento médico en contra de su voluntad. Los derechos son cosa curiosa: nos resguardan de otros mientras nos exponen a nosotros mismos.

Me paro y la escena es surrealista. Mientras el hombre está tendido como una mancha en la acera, rodeado de perros que le dan algo de calor, la ciudad sigue indolente su marcha. La gente lo sobrepasa dando con molestia un rodeo. Los autos pasan de largo. Desde alguna parte llegan los acordes de “How deep is your love?” en versión Bossa Nova.

Hace sólo dos semanas, fue noticia mundial que el galardonado fotógrafo suizo René Robert, murió de hipotermia en las calles de París tras sufrir una caída y pasar 9 horas tirado en el centro de la ciudad de la luz, sin que ningún transeúnte se molestara en revisar su estado.

Tuvo que ser finalmente un hombre en situación de calle quien lo reportó a los servicios de emergencia, donde ya nada se pudo hacer por salvar su vida.

Quizá Luis no quiere marcharse porque la calle te enseña que sólo aquellos en tu misma situación se preocuparán realmente por ti. ¿Qué podrías esperar de quienes te miran con desprecio?

Y contrario al malogrado Robert, el mundo no se enterará cuando muera Luis. Tampoco nos habríamos enterado de que en diciembre murieron atropellados dos anónimos indigentes en la periferia de Concepción, salvo porque ello interrumpió el servicio del Biotren.

El único que se enterará de la muerte de Luis será el SML. Entonces un auto detendrá su marcha frente al lugar, bajarán dos funcionarios a meter sus restos en una bolsa y, junto al fiscal de turno, lo archivarán donde no nos estorbe.

Un hombre llamado Luis está muriendo en estos momentos en una céntrica calle de Concepción. How deep is your love?…

Indigente agoniza en el centro de Concepción
Christian Leal | BBCL
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