Diez años atrás las Fintech eran vistas como pequeños emprendimientos de incierto futuro. Sin embargo, con el pasar de los años, muchas hemos crecido, evolucionado y mantenido en el tiempo. Asimismo, hemos logrado avanzar en democratizar el sistema financiero brindando acceso a financiamiento, inversiones y medios de pago, tanto a pequeñas y medianas empresas, como a personas naturales.

Hace unos días el Gobierno puso el pie en el acelerador al enviar al Congreso el proyecto de Ley Fintech que busca brindar mayor inclusión, regulación y competencia a la industria financiera, especialmente, al contar con el respaldo de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF).

En México, por ejemplo, una normativa como esta ha sido un impulso para la industria, ya que ha permitido a las compañías tener mayores certezas jurídicas y una fuerte alza de las inversiones, con US$1.072 millones en rondas de financiamiento solo durante los primeros seis meses del año.

En Chile debemos ser capaces de desarrollar una Ley Fintech que resguarde la solidez y credibilidad del sector, sin limitar la innovación y la competencia. Por lo tanto, es clave que la regulación sea pensada con visión de futuro, potenciando el desarrollo de nuestras empresas y su crecimiento, sin que se transforme en un lastre que frene el potente avance de los últimos años.

Tan importantes son las Fintech a nivel mundial que la consultora McKinsey reveló que las tecnologías financieras hacia 2025 podrían tener una incidencia de un 6% en el aumento del PIB en las economías en desarrollo, lo que representa un monto cercano a los USD $3.700 millones, en comparación con los países que mantengan sus modelos tradicionales.

Tras el ingreso del proyecto al Congreso, es responsabilidad de todos los actores asegurar que exista un entorno eficiente y responsable para las Fintech, entendiendo sus funciones e impacto en la sociedad, para así crear un mercado más inclusivo, justo y con mejores oportunidades para quienes deseen ser parte de este.

Entendemos que al ser una iniciativa compleja técnicamente, el debate debe ser cuidadoso pero no por eso lento. Necesitamos con urgencia una regulación que vaya al día de las innovaciones y avances que se están dando en este ámbito y que también sea visionaria respecto de lo que requerirá la industria en las próximas décadas.

Si bien como sector hemos crecido y nos hemos robustecido, aún queda un largo camino por recorrer. Y para hacerlo, necesitamos reglas claras.

Gonzalo Kirberg
CEO de Cumplo

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