Ante el escenario incierto que presenta la pandemia frente a la recuperación económica, la revisión de las exenciones tributarias pareciera sumar más al problema que a la solución. Por ejemplo, las exenciones a las ganancias de capital por las acciones que se transan en bolsa -establecido en 2001- funcionan y son una efectiva ayuda: lograron profundizar y volver más atractivo el mercado de capitales, siendo un impulso para la inversión extranjera. Esta medida incentivó el mercado bursátil para levantar capital de empresas, una modificación puede ir en la línea contraria. La recomendación de eliminar esta exención no nace de un análisis basado en cifras. Eliminar o reducir esta exención puede generar un freno y un desincentivo, precisamente lo contrario a lo que el país necesita en estos momentos y en el futuro previsible.

Si estamos frente a una exención que cumplió su objetivo y lo sigue haciendo, no tiene sentido su eliminación, ya que podría producir externalidades negativas, afectando al inversionista y resultando en un ejercicio donde resultará más caro levantar capital.

Está bien analizar la factibilidad de la eliminación de exenciones, pero el parámetro debe ser si es que cumplieron su utilidad o no, y no enfocarse en si son medidas con mayor o menor antigüedad: es su efectividad la que debe determinar su permanencia.

Andrés Ossandón
Abogado-socio Estudio Jurídico Arteaga & Gorziglia

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