¿Qué tienen en común el coronavirus y la digitalización? A simple vista nada, pues el primero es sumamente dañino, exactamente lo opuesto a un proceso de transformación digital. Pero en algo se parecen: ambos son altamente contagiosos. Una vez que la puerta se abre, la transformación digital termina alcanzando a toda la organización, llevándola a reinventarse para hacer más eficientes sus procesos.

Claramente las TI se han convertido en el motor de la economía. La proyección de crecimiento según IDC para la región de 7,7% obedece, en gran parte, al cambio cultural que está impulsando la digitalización de múltiples procesos de negocio. Y es que la tecnología no sólo contribuye a la eficiencia organizacional, también está ayudando a las empresas a tomar mejores decisiones en un escenario incierto.

Por fortuna, la tecnología ha ido expandiéndose como un virus, para circular por las venas de las empresas que han visto en ella un vehículo para hacer más y mejores negocios. Las empresas que se atrevieron a abrir la puerta a la transformación digital serán las que seguirán produciendo y vendiendo productos y servicios.

Equipos conectados, softwares, información disponible en la nube, análisis y rapidez de respuesta son excelentes aliados para alcanzar aquello que hoy es privilegio: la satisfacción del cliente. Los beneficios no son pocos. El análisis de datos, por ejemplo, nos permite tener un mayor conocimiento de nuestros clientes y sus comportamientos para orientar el trabajo centrándonos en ellos. Mientras que, en el ámbito operativo, alineamos objetivos, empoderamos a los colaboradores y podemos avanzar con claridad.

Es de esperar que todas las organizaciones se contagien de transformación digital, porque es ella las que nos ayudará a hacer frente al coronavirus o cualquier otro desafío que se nos imponga. Eficiencia, productividad, sustentabilidad, desarrollo: todo eso llega de mano de la tecnología.

Luis Piccolo
Vicepresidente Clúster Sur Lumen

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile