El cierre de colegios ha tenido consecuencias devastadoras, poniendo en riesgo la salud física y mental de niños y adolescentes, así como también de sus familias. Solo por nombrar algunos ejemplos: un 73% de los estudiantes III y IV medio del Servicio Local de Educación Pública de Chinchorro reportan altos niveles de emociones que los expertos asocian a sintomatología depresiva y un 80% de los apoderados cree que su hijo se retrasó en los estudios y le costará ponerse al día (Acción Educar, 2021); según la Junaeb más de la mitad de los estudiantes evaluados presenta sobrepeso u obesidad (la obesidad severa tiene una prevalencia de 7,6%); durante agosto de 2020 un 20% de los alumnos tuvo nula o baja interacción con sus colegios; y más de 40 mil niños y jóvenes desertaron de la educación escolar (cifra que si bien fue menor que la proyectada, sigue siendo preocupante).

A su vez, existe un rezago importante en los aprendizajes de los estudiantes y un aumento de las brechas. Los resultados de la prueba diagnóstica permiten identificar diferencias de hasta 14 y 17 puntos porcentuales entre establecimientos de vulnerabilidad alta y baja en estudiantes de 4° Básico en Lectura y Matemática respectivamente (Agencia de la Calidad de Educación, 2021). Esto coincide con datos de distintos estudios. Mientas ocho de cada 10 estudiantes de escuelas privadas tienen clases de forma remota diariamente, dos de cada 10 niños de colegios gratuitos declara “nunca tener clases online” (CIAE, 2020). En la misma línea, mientras un 20% de estudiantes de colegios particulares contestó haber aprendido un poco o nada, en el caso de los municipales la cifra se eleva a 40% (Educación 2020, 2020).

No obstante, el presidente del Colegio de Profesores en su columna publicada en este medio, elige ignorar todo lo anterior, prefiriendo convertir el regreso a clases presenciales en un conflicto personal con el ministro. En sus palabras sostiene que el gremio “resistió” la vuelta clases, olvidando que detrás de cada cifra expuesta, de cada número, hay un niño y una familia.

Las experiencias de quienes tuvieron la oportunidad de reencontrarse en sus escuelas -4.581 establecimientos lograron abrir durante marzo pasado- con sus compañeros y profesores fue extraordinaria; y así lo han expuesto estudiantes, padres y docentes. Vale la pena escuchar esos relatos llenos de alegría y esperanza. No por nada, todos los países del mundo están en la misma lucha, buscando cómo priorizar la educación y la apertura de escuelas para resguardar el bienestar de los niños. Es eso lo que hay que poner primero y no convertir el futuro de ellos en banderas políticas.

Magdalena Vergara
Directora ejecutiva de Acción Educar

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile