Una persona comentaba que tenía 3 cuentas corrientes en bancos distintos y que ya se había ocupado toda las líneas de sobregiro de cada cuenta, además del cupo para avances en efectivo de las tres tarjetas de crédito asociadas a cada cuenta, y que debía pagar el arriendo de la casita en donde vivían con su familia, pero ya no le quedaba plata.

Seguro usted está pensando en lo irresponsable de esta persona, lo arriesgado de sus movimientos financieros e incluso juzgando su actuar, el cual creo cambiaría si le dijera que estamos hablando de un Papá de un niño con cáncer que tuvo que viajar con su hijo desde una región alejada por más de 500 kilómetros de la capital, para poder brindarle un tratamiento médico que logre salvar su vida, y que en ese camino, ha quedado sin trabajo (después de tanto faltar y sin una legislación laboral que lo apoye, lo despidieron) y que ha dejado el confort de donde vivía su señora, sus hijos y él, con la convicción de que acompañando al menor de sus retoños, este podría vivir y ser feliz, a pesar de su enfermedad.

Esta historia que les cuento es real; yo estaba ahí, con el papá, ambos luchábamos por la vida de nuestros hijos, o más bien los acompañábamos en la lucha. Yo estaba ahí cuando le comunicaron por teléfono desde la región del Bío Bío que ya no podían seguir aguantando sus faltas y que lo iban a reemplazar, cuando quedó sin ni un peso de los ahorros que había generado para la educación de sus hijos y tuvo que “acomodarse a las condiciones que el sistema país genera” para poder mantenerse cerca de su hijo, acompañándolo en el proceso de quimioterapias, de pinchazos, anestesias y cuántas cosas más. La única opción era ocupar todas las líneas de sobregiros, todos los avances en efectivo de las tres cuentas corrientes que tenía y todo el ahorro que había logrado. Pero su hijo debía seguir en Santiago y él ya no tenía dinero para mantenerse allá junto a su familia. Le pregunté qué haría y él me respondió con una gran sonrisa en la cara: “Tengo las tarjetas del retail, en esas también se pueden sacar avances en efectivo”.

El Centro de Micro Datos de la Universidad de Chile entregó la cifra de desempleo en el Gran Santiago en el mes de marzo de 2017, la cual alcanzó un 7,7%, es decir, bajó respecto al mismo mes un 1,7%. Pero la noticia no se ha focalizado en ello, sino en el aumento de los empleos por cuenta propia (o AutoEmpleo) lo que alcanzó a un 19%, muy por encima del aumento de los empleos asalariados que alcanzaron solo un 1,8%, lo que ha causado alarma en los economistas: “No puede ser”, “esto es peligroso”, “algo tenemos que hacer”.

No pretendo entrar en discusión con los economistas. Sólo quiero advertir, que al igual que el papá que se endeudó hasta más no poder, las personas que tienen empleos por cuenta propia sólo están “acomodándose a las condiciones que el sistema país genera” y desde ahí, yo los aplaudo. Seguro tienen necesidades que satisfacer, familias que mantener o gustos que se quieren dar, y como “El Sistema” no se los entrega, salen a buscar, salen a actuar, no se quedan de brazos cruzados en sus casas lamentándose la vida que les tocó vivir.

Muchos me dirán que el tema no es tan fácil, que no están pagando sus cotizaciones, que no tienen salud ni vejez garantizada; pero yo les pregunto: ¿Usted cree que imponiendo una Isapre o Fonasa y en una AFP las tiene? Le daré dos datos, por si pensó positivamente:

El primero: en Chile se mueren niños por no tener dinero para pagar un trasplante de médula que se debe traer de Alemania para combatir el cáncer ¿De dónde saca una familia 60 millones de pesos? El segundo: nuestro país creó la política pública de incentivo al retiro en el sector público y municipal, ya que había muchas personas en edad de jubilarse que no lo hacían porque las pensiones no les alcanzaría (después de toda una vida imponiendo en una AFP); esta política entregaba una cantidad de dinero importante a las personas que se acogieran a ellas: 10 a 15 millones de pesos al momento de retirarse ¿Sabe lo que hicieron 3 de ellas a los 70 años de edad al recibir este dinero? Se compraron un automóvil y hoy son UBER, es decir, no están descansando (como debería ser) y se han generado un nuevo empleo por cuenta propia. “Es que si no, no alcanza… la salud no acompaña y los remedios y exámenes son caros” señaló uno de ellos.

Conozco a varias personas que viven desde hace muchos años con empleos por cuenta propia. Venden ropa en sus casas o por las redes sociales ahora. Perfumes, joyas, parches curitas en las calles, anticuchos en las esquina de los barrios, banderas de los equipos fuera de los estadios, paraguas cuando llueve y bloqueador cuando sale el sol y a todos (los que conozco) les alcanza para vivir y sienten tener una vida feliz: Manejan sus tiempos, nadie los manda, pueden tomarse días libres, elegir a los clientes y no tener que soportar a más de algún prepotente.

Sí, lo que digo es subjetivo. Quizás para los indicadores económicos ellos no tienen los suficientes ingresos, quizás no tengan cubiertas todas las necesidades, quizás viven en mediaguas con piso de tierra, pero con un televisor más grande que el de usted, pero tal como lo señala Martin Seligman, en su libro “La auténtica felicidad”, la satisfacción que tengamos con la vida es subjetiva, no la podemos homogenizar, cada uno define que quiere en su presente y cómo lo quiere, y estoy seguro que, como lo señaló Benito Baranda hace un tiempo, muchos de los “asalariados” no quieren seguir saliendo de sus casas a las 6:00 de la mañana para alcanzar a llegar al trabajo, ni mucho menos llegar a las 11:00 de la noche a preparar el almuerzo y ver las tareas de sus hijos, cuando estos ya duermen.

¿Por qué tanto escándalo si unos cuantos chilenos han decidido “adaptarse a las condiciones que el sistema país genera” y querer ser felices?

¿Por qué siempre vemos el vaso medio vacío y no vemos que detrás de cada uno de los autoempleados existe emprendimiento y los ayudamos a formar sus empresas?

Alvaro Acuña Hormazabal
Jefe de Carrera Ingeniería Comercial en Universidad del Bío-Bío

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