El Décimo Octavo Juzgado Civil de Santiago condenó a la empresa Turbus a pagar una indemnización de $100 millones a los padres y hermanas de pasajera que sufrió serias lesiones y secuelas, producto un accidente de tránsito registrado en noviembre de 2010, en la Autopista del Sol.

En el fallo, la magistrada Claudia Donoso Niemeyer acogió la acción judicial presentada por los familiares de Paula Catalán Veloz, quien cursaba 4to año de Derecho en la Universidad Andrés Bello al momento del accidente.

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“El bus en el que viajaba la pasajera doña Paula Catalán Veloz, se desvió de su natural pista de circulación sobrepasando las barreras de contención de la autopista”, colisionando de frente con un camión que iba por la pista contraria, sostiene.

La resolución agrega que sin perjuicio que aparentemente la investigación en materia penal no se encuentra agotada, “la dinámica del accidente antes descrita, hace que la demandada sea responsable por el actuar de sus dependientes”, considerando que se debió a “un manejo descuidado del chofer”.

Asimismo, continúa señalando que, de haberse debido la desviación a fallas mecánicas, “la demandada responde de sus dependientes a cuyo cargo encomendó la revisión mecánica periódica del bus destinado a transporte de pasajeros”.

El fallo establece que como consecuencia del choque la víctima quedó con múltiples lesiones, mutilaciones, además de secuelas físicas y psicológicas que sufrirá durante el resto de su vida.

Lesiones y secuelas

Entre ellas se encuentran: politraumatismo, traumatismo toracoabdominal cerrado, laceración pulmonar y contusión pulmonar, laceración hepática, fractura orbitomalar derecha, estallido ocular derecho, y múltiples fracturas expuestas, sumado al trastorno de estrés postraumático, entre otros.

El fallo añade que funcionalmente presenta múltiples secuelas y limitaciones tanto físicas
como psicológicas
, así como un severo problema con su autoestima producido por las marcas y cicatrices que presenta principalmente en su rostro y que le impiden relacionarse socialmente, tanto en el plano profesional como afectivo.

“Estamos hablando de una persona que, como consecuencia del accidente en cuestión, ha
quedado con una incapacidad casi completa, pasando de estar a punto de terminar sus estudios de derecho a ser una adulta que a sus más de 30 años, depende totalmente de sus padres y hermanas”, establece.